Analgesia musical

Sobre la falta de pruebas científicas en musicoterapia

La música tiene tan buena prensa –incluso médica– que resulta un poco sospechosa. Difícilmente se le encuentra un pero como adyuvante terapéutico, aunque lo cierto es que hay una clamorosa falta de pruebas científicas que lo avalen. Empieza a haberlas a favor de su empleo en alguna enfermedad concreta, como por ejemplo la esquizofrenia (para potenciar la atención, lo que  mejora el estado general y mental de estos pacientes). Pero, ¿cuál es la evidencia sobre una de sus aplicaciones más cacareadas y atractivas: la analgesia musical?

Una revisión que acaba de publicar The Cochrane Library, la revista de la Cochrane Collaboration, ha analizado un total de 51 ensayos sobre este tema y no ha podido extraer ninguna conclusión firme –por falta de estudios de calidad– sobre si la música alivia o no el dolor asociado a las pruebas diagnósticas, a la dilatación y el parto, y al cáncer, entre otros padecimientos estudiados. En cambio, sí ha concluido que la música puede ser un buen complemento analgésico tras una intervención quirúrgica. La revisión, dirigida por María Soledad Cepeda, anestesista del Tufts-New England Medical Center y profesora de la Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia), indica que la música reduce la necesidad de tomar opiáceos tras una operación, y que su efecto analgésico es comparable al de 325 miligramos de paracetamol. Sin embargo, las ventajas analgésicas de la música son muy pequeñas como para disminuir los efectos secundarios de los fármacos, según Cepeda. La revisión, que abarca 14 estudios con 489 pacientes que escucharon música, muestra que la reducción del dolor postoperatorio llega a ser de casi un punto en una escala de 0 a 10 entre quienes escucharon música y quienes no lo hicieron; si la música era seleccionada o no por el propio paciente resultaba indiferente. En cuanto al alivio del dolor, el análisis de los datos de los 4 de los 14 estudios que preguntaron a los pacientes sobre este aspecto revela que era necesario tratar a cinco pacientes con musicoterapia para encontrar una reducción del dolor.

Al margen de estas pruebas que se van aportando con cuentagotas a favor de la analgesia musical, todo lo que pueda decir la literatura médica –por no hablar de la pseudocientífica– sobre los mecanismos por los que la música alivia el dolor no es más que pura especulación, pues apenas se sabe algo. Y esto ocurre con la mayoría de las llamadas terapias complementarias. Las ideas circulantes sobre su eficacia y mecanismo de acción suelen tener poca base científica porque en la mayoría de los casos faltan datos. Sin embargo, como estas medicinas son cada vez más utilizadas, la necesidad de que se sometan al método del ensayo clínico empieza a ser apremiante. Hay quien ha sugerido que estas terapias podrían gravarse con un pequeño impuesto para financiar los necesarios ensayos clínicos. Y no es una mala idea, porque urge tener datos fiables para poner cada cosa en su sitio. Incluso la música.