18 Abr 2008
Sobre los sucesos extraordinarios a la luz de la ciencia y la medicina
[divider_flat] Los milagros no son tan infrecuentes ni extraordinarios como pudiera parecer. De tanto en tanto acuden puntuales a la cita de la vida de cada persona (la expresión “vida y milagros” ya da a entender que en toda una vida caben unos cuantos). Habrá más o menos según lo estrictos que seamos en la definición de esos sucesos extraordinarios que llamamos milagros, obedezcan o no a una intervención divina. Pongamos que uno está en la calle y se le viene encima de la cabeza una descomunal maceta; la muerte parece segura, pero en el último instante alguien despliega un toldo que se interpone y evita el mortal golpe. ¿Es esto un milagro? Encontrarte en el otro extremo del mundo un reloj que habías perdido hace años, sobrevivir a un cáncer metastásico con el peor de los pronósticos o ver por televisión a un amigo de la infancia en el que justamente estabas pensando en ese momento, ¿son también eventos milagrosos? (más…)
4 Abr 2008
Sobre los cambios que perfilan un nuevo escenario de salud
[divider_flat] Nunca se ha hablado tanto de salud como ahora. En eso podemos estar todos de acuerdo, pero lo cierto es que internet ha amplificado tanto todos los asuntos que quizá no sea éste un buen punto de partida para esbozar la gran mutación que está experimentando la medicina en este cambio de siglo, las nuevas actitudes de médicos y pacientes, y esa nueva y difusa idea de salud que se está infiltrando en este enredado y globalizado mundo. Porque –y en esto también podemos estar de acuerdo– la medicina ya no es exactamente lo que era, lo que ha sido durante siglos: el arte de curar y consolar al enfermo. Ahora, en cambio, podemos apreciar cómo la medicina ha extendido su arte de curar hasta las llamadas enfermedades inventadas y cómo los enfermos ya no le piden al médico consuelo sino que le exigen soluciones para todos los males. (más…)
14 Mar 2003
Sobre la neurobiología de la religión y la espiritualidad[divider_flat]
[divider_flat] La interdisciplinaridad no parece conocer fronteras. La combinación de dos áreas aparentemente inmiscibles, como son la neurología y la teología, puede sonar a híbrido despropósito, ingeniosa extravagancia o simple y llana provocación, pero no parece algo digno de ser tomado en serio. En cualquier caso, la llamada neuroteología, que aspira a explicar el fenómeno religioso desde los presupuestos de la neurociencia tiene décadas de tradición en Estados Unidos, donde congrega a numerosos científicos y mueve enormes cantidades de dinero, fundamentalmente de donaciones privadas. En España es todavía una desconocida, pero acaba de presentar sus credenciales en la nueva revista de alta divulgación científica Mente y cerebro, la versión española de la alemana Gehirn & Geist publicada por los editores de Investigación y Ciencia, que incluye en su último número un diálogo entre el teólogo protestante Ulrich Elbach y el neurofisiólogo Detlef Linke. (más…)
7 Ene 2000
Sobre el auge de la promoción de la salud y la creciente medicalización de la vida
[divider_flat] Una de las tendencias que nos permiten aventurar cómo será el futuro es la creciente medicalización de la vida. Aunque no es fácil definir qué es eso de la medicalización, está claro que esta palabra o palabro debió utilizarse por primera vez hace ya bastantes decenios con un sentido peyorativo, aludiendo a la intromisión de la medicina en ámbitos que no le eran propios, o sea, en todo aquello que no era la curación de la enfermedad. La famosa y polémica definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que la salud es no ya la ausencia de enfermedad sino un “estado de completo bienestar físico, mental y social” ha abonado el terreno para la actual medicalización de la vida humana. Puesto que la salud y sus cuidados abarcan las dimensiones física, psíquica y social de la persona podemos decir que ya nada le es ajeno a la medicina. Y basta leer los periódicos o adentrarse por MedLine para comprobar hasta qué punto los estudios médicos han puesto en relación la enfermedad con prácticamente cualquier hábito, conducta, condición y desviación de la norma, e incluso con la norma misma. (más…)
19 Feb 1999
Las encuestas son de lo más socorrido: lo mismo sirven para remendar un roto literario que un descosido científico. Así que abriremos esta nueva sección poniendo a prueba el escepticismo del lector con los datos de una encuesta realizada en octubre de 1996 a 296 médicos de la American Academy of Family Physicians. En sus respuestas a la entrevista, el 99% de los médicos afirmaba estar convencido de que las creencias religiosas curan, mientras que el 75% creía que con las oraciones se puede ayudar a que un enfermo se recupere. ¿Sorprendente? Sin duda, aunque quizá lo sea todavía más el dato de que cerca de 30 facultades de medicina de Estados Unidos incluyen en su programa docente cursos de religión o de espiritualidad y salud. Y el fenómeno parece que va en auge.
Para contextualizar esta religiosidad del médico estadounidense, hay que decir que está totalmente en sintonía con el sentir de la población general de Estados Unidos, el país que tiene más parroquias por habitante y mayor porcentaje de práctica religiosa del mundo (el 60% asiste semanalmente a los oficios y el 75% reza una o más veces al día). Como nos muestra otra reciente encuesta realizada a 1.000 adultos estadounidenses, el 79% cree que la fe puede ayudar a la gente a recuperarse de la enfermedad y el 63% opina que los médicos deben hablar con sus pacientes sobre cuestiones de fe. Pues bien, en este terreno, tan religiosamente abonado, no es de extrañar que cada año se publiquen centenares de trabajos sobre la relación entre religión y salud (en MedLine hay recogidos más de 14.500 artículos con la entrada «religion», 600 de ellos en el último año). Muchos de estos artículos sugieren que existe una relación positiva entre religiosidad y salud, lo que aireado y voceado a los cuatro vientos por los medios de comunicación se traduce en el mensaje de que «la religión es buena para la salud». Hay incluso medios especializados en el tema: vean si no la versión electrónica de la revista Spirituality and Health, de cuya salud comercial nos da alguna pista el hecho de que la publique un ex editor del Harvard Business Review.
¿Pero qué hay de cierto sobre la supuesta relación entre salud y religión? A la luz de la evidencia médica, la que discrimina la verdad científica de las medias verdades, nada o casi nada. En la sección Viewpoint del número de mañana, 20 de febrero de 1998, de The Lancet se hace una interesante revisión de la evidencia empírica, además de discutir diversos aspectos éticos, en la que sus autores concluyen que «incluso en los mejores estudios, la evidencia de una asociación entre religión, espiritualidad y salud es débil e inconsistente». Richard P. Sloan y los demás autores (todos ellos de Estados Unidos, de la Universidad de Columbia, en Nueva York) afirman que «muchos de los datos científicos que sustentan afirmaciones sobre salud y religión son más que cuestionables». En las varias docenas de trabajos con los que ilustran su revisión se identifican algunos defectos comunes, principalmente la realización del estudio con pocos sujetos y la falta de control de otros factores que pudieran influir en los resultados, como la edad, el estado general de salud y las conductas de salud. Otros estudios no aciertan a hacer los ajustes estadísticos apropiados o fallan a la hora de presentar los datos. Y, además, queda pendiente el problema de definir qué es eso de la religiosidad. Por todo ello, los autores concluyen que «es prematuro promover la fe y la religión como tratamientos médicos complementarios», aunque reconocen que «a muchos las prácticas religiosas y espirituales les reconfortan en el trance de la enfermedad».
Pero es que, aun en el caso de que quedara demostrado que la salud se fortalece con la religiosidad, ¿tendrían los médicos que recetar oraciones, misas y otras prácticas religiosas a sus pacientes? Como argumentan Sloan y sus colegas, la relación positiva entre el estar casado y la salud está bastante bien establecida, y no por eso los médicos aconsejan a sus pacientes que se casen. Mezclar la medicina y la religión tiene sus riesgos, y la vía religiosa no parece la más racional para promover la salud, entre otras cosas porque el tiro puede salir por la culata si el paciente asume que la enfermedad se debe a su falta de fe religiosa. Es cierto que hay muchas cuestiones éticas y científicas que desenredar, pero la medicina americana se encargará sin duda de que la religión no decaiga en la literatura médica. Así que, como diría un líder americano para rematar su alocución: «Dios bendiga a América».