Erre que erre
Sobre la habilidad para aprender de los errores
[divider_flat] Los errores son una buena escuela; casi podría decirse que la única, pues todo lo que se aprende, desde hablar a amar, se hace corrigiendo, puliendo, acotando errores. Es ley de vida en el reino animal (las plantas no yerran porque no se mueven, porque no tienen cerebro, un invento de la evolución que surgió precisamente para dirigir el movimiento): cada individuo debe aprender casi todo por el método del ensayo y el error, si es que hay una segunda oportunidad. Los maestros, los libros, las enseñanzas de los otros sirven en la medida en que estimulan a buscar y a aprender de los errores. “El hombre yerra mientras busca algo”, decía Goethe en su Fausto, y seguramente por eso sostenía que los errores del hombre le hacen particularmente amable. Claro está que no todos los errores son iguales, que los hay mayúsculos y minúsculos, y que todos tienen una dimensión ética en la medida en que afectan a los demás. Pero no se trata de hacer aquí una taxonomía del error, sino sólo un apunte escéptico sobre las razones de la diferente habilidad de unas personas y otras para aprender de los propios errores. (más…)