Cotilleo

Sobre la función social del chisme y su poder de manipulación

[divider_flat] El cotilleo es la vía indirecta más directa y eficaz de socavar o ensalzar la reputación de alguien. Lo suyo sería, claro está, que la opinión sobre terceras personas se basara en datos objetivos, en la observación directa, en el trato personal. El problema es que en la sociedad hay demasiadas terceras personas: en los grupos humanos de cualquier dimensión todos somos terceras personas. En la mayoría de las conversaciones se habla para bien o para mal de gente que no está presente, es decir, se cotillea. Y esta transmisión de información social, lejos de ser intrascendente, parece ser fundamental para la cooperación entre las personas, según empiezan a constatar algunas investigaciones. Los rumores no sólo son la sal de la vida social, además parecen ser un elemento esencial para la transmisión de valores morales, el control de las reputaciones, la cohesión de las organizaciones y la buena marcha de la sociedad. Ahí es nada. (más…)

Primogenitura

Sobre el orden de nacimiento y el cociente intelectual

[divider_flat] La condición de primogénito impone derechos y deberes en casi todas las culturas, en algunos casos de forma tan ostensible y con diferencias tan notables entre el primer hijo y los demás hermanos que rayan la injusticia. Ahora que, al menos en los países desarrollados, abundan los hijos únicos (primogénitos y benjamines a la vez) y la primogenitura se ha diluido en las leyes y costumbres, esta condición biológica y social vuelve a incordiar de la mano de ese fetiche inventado por los psicólogos a principios del siglo pasado: el IQ o cociente intelectual (la puntuación en los test de inteligencia). Y todo porque un estudio publicado ahora en Science parece corroborar una vez más algo tan controvertido y complicado de explicar como es que la primogenitura aporta un plus de inteligencia respecto al segundo y sucesivos hermanos. (más…)

Último momento

Sobre la tendencia a la dilación y su psicología

[divider_flat] Una de cada cinco personas reconoce que suele dejar todo o casi todo para el último momento. Da igual que se trate de trabajos, de decisiones, de tareas domésticas, de citas o de las mismísimas compras de Navidad, para este 20% de la población la dilación habitual, el aplazamiento continuo, el posponer siempre las cosas es un hábito o, si se quiere, un estilo de vida. En inglés llaman procrastination a esta forma de ser o de ir –normalmente, tarde– por la vida, y procrastinator al que exhibe este comportamiento de forma crónica. El aplazamiento crónico puede tener repercusiones negativas sobre los demás, pero sobre todo perjudica a quien lo padece y le penaliza con una dosis extra de estrés. Por eso cuesta trabajo entender las razones por las que hay tanta gente que exhibe un comportamiento que, en principio, parece tan poco adaptativo. (más…)

Cefalocentrismo

Sobre las nociones de inteligencia y aprendizaje

[divider_flat] La noción de inteligencia ha cambiado mucho en el último siglo, pero todavía resulta imprecisa, provisional y, sobre todo, carente de una base científica sólida. A principios del siglo XX, los psicólogos zanjaron el debate sobre la naturaleza de la inteligencia con una definición que suponía toda una declaración de intenciones profesionales: “la inteligencia es lo que miden los test de inteligencia”. La definición resultaba tan ofensiva a la propia inteligencia humana como operativa para los psicólogos, pues propició el desarrollo de todo un marco teórico y práctico basado en sofisticadas pruebas que supuestamente permitían medir la capacidad intelectual de las personas. El cociente intelectual (CI o IQ) era el destilado estadístico de estas pruebas, un número que resumía la inteligencia de una persona y que no sólo permitía separar en una escala los listos de los tontos, sino aventurar su éxito personal y profesional. A pesar del perfeccionamiento de los test, la vida, claro está, se encargaba de desmentirlos todos los días y de poner en evidencia que la inteligencia no es algo tan rígido y mensurable como la altura de una persona. (más…)

Homo sentimentalis

Sobre el léxico de los sentimientos y las emociones

Hay conceptos que se entienden mucho mejor sin consultar el diccionario. Son aquellos que todo el mundo entiende pero que resultan difíciles de explicar. Incluso las definiciones de los diccionarios no resultan del todo satisfactorias. Un buen ejemplo es la palabra sentimiento. Aparentemente, todos sabemos qué es un sentimiento, pero fracasamos en su definición y los diccionarios se nos antojan insuficientes, desfasados, casi ridículos. Así, el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española define este vocablo como 1) Acción y efecto de sentir o sentirse, 2) Estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente, y 3) Estado del ánimo afligido por un suceso triste o doloroso. Estas acepciones, sin ser incorrectas, revelan un gran vacío de conocimiento. Y lo mismo podría decirse de la emoción y otros conceptos afectivos. (más…)