Ausencia de pruebas

Sobre la falta de evidencias en medicina y la plétora de tratamientos no probados

La absolución en un juicio por estafa o asesinato, pongamos por caso, nos viene a decir que no se ha probado que los acusados hayan cometido el delito. Esta falta de pruebas no prueba que no hayan cometido la estafa o el asesinato, simplemente indica que no se ha podido probar, lo cual es muy diferente. Considerar que una afirmación es verdadera porque no hay pruebas en contra es una falacia que se denomina llamada a la ignorancia o argumento ad ignoratiam, aludiendo a que se argumenta desde la ignorancia (la falta de pruebas) en vez de desde el conocimiento. La medicina, tan exigente ella con las pruebas o evidencias y con los procedimientos probatorios, es un terreno fértil para esta falacia y también para otra manera de pensar equivocada: considerar que si un tratamiento médico se usa de forma habitual es porque su eficacia está probada (científicamente, por supuesto). (más…)

“Lo que vale la pena conocer”

“Lo que vale la pena conocer”

Sobre la acumulación de revisiones sistemáticas, su búsqueda e inteligibilidad

La llamada ley de Sturgeon, que viene a decir que el 90% de todo lo que se produce en cualquier actividad humana es pura basura, tiene de ley científica ni más ni menos que la ley de Murphy y otros ocurrentes adagios que han hecho fortuna por esa cierta dosis de verdad que contienen. Aunque esta ley es probablemente una exageración en muchos casos, ni siquiera la producción científica se libra de su mordacidad. Y, en estos tiempos de sobreabundancia, vale la pena invocarla –con un punto de ironía– para llamar la atención sobre la rampante mala ciencia y la dificultad de separar el grano de la paja cuando se quiere saber cuál es la respuesta científica a una pregunta de salud. En medicina, como en tantos otros ámbitos, la cuestión es cómo lidiar con la frustrante ley de Sturgeon. (más…)

Revisionismo

Revisionismo

Sobre el desplazamiento de la autoridad del médico a la revisión sistemática

La medicina ha hecho durante el último cuarto de siglo su propia transición digital. No es un proceso acabado, ni mucho menos, por lo que no es fácil comprender su profundidad y alcance.  Además, los cambios son muy recientes, se han sucedido de forma acelerada y se confunden y solapan con los acontecidos en otros ámbitos. Google, los teléfonos inteligentes e incluso la Wikipedia, por citar solo algunos de los productos digitales que no había hace 20 años, también han transformado la medicina. Tendemos a meter todas estas novedades en el saco de la e-Salud, pero no siempre es fácil deslindar lo importante de lo accesorio. La telemedicina y la cibercirugía son espectaculares, pero si hubiera que identificar un cambio realmente profundo, este sería la pérdida de la autoridad del médico o, por mejor decir, el desplazamiento de la autoridad individual a la de un ente colectivo y distribuido en red, en el que también están presentes los pacientes.

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Valores y preferencias

Sobre la evolución de la medicina basada en la evidencia y el foco en el paciente

En sus más de 25 años de vida, la medicina basada en la evidencia (MBE) se ha consolidado como uno de los grandes avances de la historia de la medicina (el séptimo, según una encuesta del BMJ). A estas alturas, casi todos los médicos son conscientes de que no todas las pruebas o evidencias tienen la misma importancia y que existe una jerarquía, así como de la necesidad de disponer de revisiones sistemáticas, guías de práctica clínica y resúmenes de los resultados de la investigación. Pero la MBE tiene un tercer principio no menos importante: “las evidencias nunca son suficientes”, según lo enunció el pasado 12 de diciembre en Barcelona el profesor de la McMaster University Gordon Guyatt, el primero en formular este concepto en 1991 en su editorial Evidence-based medicine de ACP Journal Club (hoy Annals of Internal Medicine). De las evidencias a la práctica hay, efectivamente, un largo camino de obstáculos, resistencias y condicionantes. Y uno de los más importantes es el de tener en cuenta los valores y preferencias de los pacientes, un área en el que hay mucho que aprender, innovar y mejorar. 

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Cómo elegir sabiamente

Sobre la campaña Choosing Wisely para limitar pruebas y tratamientos innecesarios

La iniciativa Choosing Wisely para reducir los daños y costes innecesarios de la propia medicina tiene ya más de cinco años de recorrido, desde su lanzamiento en 2102. Pero las ideas e iniciativas sanitarias, especialmente las que tratan de revertir las malas prácticas, tardan en difundirse y asentarse. La noción de que la medicina no debe hacer daño es tan vieja como la profesión médica, pero necesita reformularse de tanto en tanto para adecuarse a los nuevos tiempos y sus problemas. Así han surgido las ideas sobre la evidencia científica de las intervenciones, el balance entre beneficios y riesgos, el sobretratamiento y tantas otras que confluyen en una constatación: menos medicina es lo mejor en muchos casos. Choosing Wisely arrancó precisamente para identificar, especialidad por especialidad, aquellas intervenciones médicas que no están avaladas por pruebas científicas y que no son realmente necesarias. Y el amplio interés médico y mediático que ha despertado la iniciativa parece avalar su necesidad.   (más…)