Redefinir la salud

¿Debería modificarse la definición de salud de la OMS?

[divider_flat] La definición de salud de la OMS, vigente desde 1948, como “un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” siempre resultó polémica. Con el aumento de las enfermedades crónicas, el envejecimiento de las poblaciones, la medicalizción de la vida y otras razones han arreciado las voces críticas. El BMJ ha reabierto una vez más el debate sobre cómo habría que redefinir la salud en estos tiempos: How should we define health? IntraMed se ha sumado al debate con la opinión de diversos médicos y de los lectores plateando la siguiente cuestión:  ¿Debería modificarse la definición de salud de la OMS? Lo que sigue es mi contribución a la reflexión: (más…)

Códigos Z

Sobre los malestares del bienestar y los enfermos que no lo son

[divider_flat] Hay una nueva epidemia que recorre el mundo desarrollado. Bueno, para ser serios y rigurosos, ni es nueva ni es una auténtica epidemia. Los afectados, que se cuentan por millones, son aquellas personas que acuden al médico aquejadas de una cierta inquietud, un malestar vago, una insatisfacción general, pero que tras ser evaluadas no cumplen los criterios diagnósticos de ninguna enfermedad orgánica o trastorno mental. Estos casos pueden representar nada menos que el 20% de las consultas de salud mental y un porcentaje superior de las de atención primaria. Son enfermos si consideramos que “enfermo es el que va al médico”, según la célebre expresión del neurólogo alemán Viktor von Weizsäcker (1886-1957), pero al carecer de diagnóstico clínico, pasan a ser etiquetados como “códigos Z”, una clasificación heterogénea que acoge muchos de los trastornos de la insatisfacción y a los enfermos que no lo son. (más…)

Consultas filosóficas

Sobre los asesores filosóficos y la desmedicalización de la existencia

[divider_flat] El “tratamiento” filosófico es una nueva moda que despunta en los países desarrollados y empieza a infiltrarse con sus consultas o asesorías en ese gran coto cerrado de los profesionales de la salud. Los filósofos se postulan como consejeros profesionales para las personas en situaciones difíciles, con problemas o dudas existenciales o que han de resolver algún gran dilema en su vida. Con este ejercicio asistencial, los filósofos no sólo reivindican la utilidad práctica de sus conocimientos sino que además parecen haber encontrado una prometedora salida ocupacional en el ámbito de la salud o sus aledaños, como en su día lo hicieron la psicología clínica o tantas medicinas alternativas. La gran diferencia es que los filósofos se desmarcan de cualquier psicoterapia; lo suyo, dicen, es el diálogo filosófico para reforzar el autoconocimiento de sus clientes. Los filósofos, en principio, no tratan pacientes. Y esto, aunque parezca una simple cuestión de lenguaje, va mucho más allá. (más…)

Completitud

Sobre la necesidad de noticias médicas completas

El creciente protagonismo de los ciudadanos en el gobierno de su salud y su enfermedad también empieza a tener consecuencias en la información médica. Como quiera que los pacientes pueden llegar a tomar importantes decisiones sobre su salud a partir de las noticias de los medios de comunicación, la calidad de la información es un asunto esencial de la ética profesional y en la toma de decisiones de los enfermos. Ante esta necesidad, se está perfilando un movimiento para evaluar la calidad de las noticias médicas que sirva a la vez para orientar a los pacientes y para promover la excelencia periodística. Si el abc del periodismo es la veracidad, la imparcialidad y la independencia, hay un valor adicional que es más fácil de medir y que en cierto modo resume las exigencias de rigor, equilibrio y ponderación: la completitud. Para valorar cualquier avance médico o terapéutico, la información ha de ser lo bastante completa y ponderada. Con la idea de medir el rigor, la ponderación y la completitud de las noticias de salud, especialmente las referidas a tratamientos y otros procedimientos médicos, algunos proyectos, como el autraliano Media Doctor, de The Newcastle Institute of Public Health, o el Health News Review Project, de la Foundation for Informed Medical Decision Making de EE UU, han puesto en marcha un sistema normalizado de evaluación basado en una decena de criterios. Son estos: 1) Novedad: la información debe dejar claro si se trata de un tratamiento novedoso, si se trata de una reformulación de una vieja idea o si es un tratamiento antiguo. 2)  Disponibilidad: debe especificarse si se trata de un tratamiento comercializado o si es una terapia experimental. 3) Cuantificación del beneficio en términos absolutos y relativos, pero nunca sólo en valores relativos. 4) Mención de las alternativas disponibles: deben explicarse cuáles son las alternativas disponibles y sus ventajas e inconvenientes. 5) Mención de la calidad de las pruebas, pues el peso de las evidencias de una revisión sistemática o de un ensayo clínico es bien diferente al de un pequeño estudio observacional. 6) Mención de los efectos indeseados. 7) Uso de fuentes diversas e independientes, aparte de los autores de la investigación. 8) Contextualización más allá del comunicado de prensa que difunde un estudio.  9)  Mención de los costes comparativos del tratamiento. 10) No favorecer la medicalización ni lo que se ha dado en llamar disease mongering o promoción de enfermedades, mediante la exageración de las tasas de incidencia o prevalencia, la confusión de un factor de riesgo con una enfermedad y otros procedimientos. Cumplir todos estos requisitos es, sin duda, un enorme desafío para los periodistas médicos, pero es la mejor garantía de que su trabajo es responsable y útil para los ciudadanos. Si la información médica no es rigurosa, ponderada y completa, más vale no hacerla, porque interfiere con el acto médico y además lo que consigue no es informar, sino desinformar.

Enfermedades infladas

Sobre el creciente interés médico por el disease mongering

El pasado 1 de abril el British Medical Journal (BMJ) publicaba una noticia sobre la descripción de una nueva enfermedad: el trastorno por déficit de motivación (motivational deficiency disorder o MoDeD). Lo característico de este trastorno, identificado por científicos australianos, es una apatía irresistible y debilitante que, en casos extremos, puede ser fatal, pues la enfermedad llega a reducir la motivación de respirar. Según los investigadores, esta pereza patológica afectaría a una de cada cinco personas, y su diagnóstico hay que realizarlo mediante el uso combinado de la tomografía por emisión de positrones y una escala de motivación previamente validada en atletas de elite.

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