Vivienda y salud

Sobre la casa, el barrio y la evaluación de su impacto en el bienestar

El 80% de nuestra vida transcurre en espacios cerrados, mayormente en casa. Y buena parte del tiempo restante, en tránsito por los alrededores. «El hombre es un ser de lejanías», decía Heidegger. Pero estas lejanías son imaginarias, narrativas, temporales, en definitiva; en términos espaciales, somos seres de cercanías. ¿Cómo no van a ser importantes las condiciones de la vivienda y del barrio? La casa, junto con la alimentación, el vestido, la asistencia médica y los servicios sociales, es un derecho recogido en la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 25). La vivienda está reconocida como uno de los determinantes de la salud, y a su vez se relaciona con el que quizá sea el principal determinante junto con la biología: el nivel de renta. Toda la investigación epidemiológica y de intervención realizada apoya una idea que parece de sentido común: las mejores o peores condiciones de una vivienda se relacionan con la mejor o peor salud de sus ocupantes. (más…)

Riesgos desproporcionados

Sobre la elevada accidentabilidad laboral de los inmigrantes

La inclusión, a partir de 2003, de la variable “nacionalidad” en las estadísticas de bajas por accidente de trabajo ha permitido obtener por primera vez en España una foto de la salud laboral de los inmigrantes. Como era de prever, los trabajadores de otros países tienen más lesiones laborales mortales y no mortales que los españoles porque, entre otras razones, suelen desempeñar trabajos más peligrosos. Pero los datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales reflejan una situación mucho peor de lo que cabía esperar ateniéndose a las estadísticas de otros países de nuestro entorno. En España, el riesgo que tiene un inmigrante de sufrir una lesión laboral es por lo menos cuatro veces superior al de un autóctono, y este riesgo relativo se va agrandando con la edad de los trabajadores hasta multiplicarse por 15 en el caso de los mayores de 55 años. Aunque estos riesgos deben contemplarse con la cautela que exige una primera oleada de datos, la situación real es probablemente peor, pues las estadísticas de bajas por accidente no contemplan ni a los trabajadores autónomos ni a los que integran la economía sumergida. (más…)