Los test y la cultura de la incertidumbre

Sobre las pruebas para diagnosticar la covid-19 y la gestión de sus limitaciones

“Tenemos un mensaje simple para todos los países: test, test, test”. Un año después de pronunciada, el 16 de marzo de 2020, la famosa recomendación del director general de la OMS, Tedros Adhanom, ha podido ser aplicada con limitaciones muy dispares en los distintos países. Nadie podía prever que a estas alturas conservara toda su vigencia ni el despliegue de las diferentes pruebas diagnósticas. Hay países, como el Reino Unido y Estados Unidos, que ya han realizado más de una prueba per cápita; otros, como Alemania, apenas llegan a la mitad y, en la mayoría, la proporción es mucho menor. Sigue haciendo falta hacer más test en todo el mundo, pero sobre todo hace falta usarlos eficientemente, ya que no hay ninguno ideal. Y, mientras no esté vacunada una mayoría suficiente de la población, el control de la pandemia pasa por la adecuada gestión de los test, algo que no es nada sencillo. (más…)

Desmitificar la nutrición

Desmitificar la nutrición

Sobre la incertidumbre de muchas respuestas a cuestiones de alimentación y salud

“Comer mal mata más que el tabaco”. Este titular de El País es quizá el mensaje más contundente que hemos podido leer recientemente sobre la influencia de la dieta en la salud. La noticia refleja uno de los resultados de un importante estudio, publicado en The Lancet y financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, sobre los efectos en la salud de los principales riesgos asociados a la dieta en 195 países. El periódico británico The Guardian coincidió en su titular con el de El País, pero otros medios resaltaron otros resultados del estudio también impactantes, como la BBC, que destacó que la [mala] dieta recorta la vida de una de cada cinco personas. Estos mensajes condensan lo que muchos médicos y diestistas-nutricionistas ya sospechaban sobre la influencia de la dieta en la salud, y que ahora encuentra un buen respaldo en este estudio. Sin embargo, estos mensajes no pueden tomarse al pie de la letra, porque las cosas no están tan claras como puede parecer.

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El miedo y los sievert

Sobre los efectos de la exposición radiactiva, la incertidumbre y lo invisible[divider_flat]

Con el reciente accidente nuclear de Japón, el nombre del físico sueco Rolf Maximilian Sievert ha escapado –como una fuga radiactiva– del reducto de la jerga científica para infiltrarse en el lenguaje de la actualidad. El sievert (Sv) es quizá la unidad internacional más tenebrosa, pues mide los efectos biológicos de la exposición radiactiva en los seres humanos. Para el común de la gente, se trata de una medida abstracta e incomprensible, como lo es la propia fisión nuclear. Sus dígitos pretenden informarnos de un fenómeno invisible y hasta cierto punto inverosímil, si no fuera porque sabemos, a ciencia cierta, que la radiactividad existe y nos puede matar. (más…)

Incertidumbre

Sobre el pensamiento estadístico y la interpretación del riesgo

Los números parecen no encajar en nuestra vida cotidiana. Desde niños se nos ha grabado a fuego que dos y dos son cuatro y que la ciencia de los números es una ciencia exacta. Pero la vida no es una ciencia ni mucho menos exacta, y cuando hay que decidir si es más seguro ir en coche o en avión, o si hay que vacunarse o no frente a una infección, tanto a nivel individual como colectivo, hay que echar mano del cálculo probabilístico. Para conocer los riesgos del mundo moderno y poder tomar decisiones informadas hay que tener una mínima capacidad de razonamiento probabilístico. Sin embargo, en la escuela no se enseñan las matemáticas de la incertidumbre sino las de la certeza. Y así nos va. (más…)

Probablemente

Sobre las nociones de certeza e incertidumbre médicas

La práctica médica actual dejaría probablemente sorprendido a un médico de hace sólo un par de décadas. La medicina parece haber cambiado poco: han aparecido nuevas enfermedades, nuevos tratamientos y nuevas técnicas diagnósticas, pero en apariencia, se sigue diagnosticando y curando como antes. Sin embargo, hay detalles reveladores de un cambio sutil y profundo. Uno de ellos es la manera actual de referirse a la efectividad de los tratamientos. Los conceptos de certeza, seguridad, confianza o experiencia han sido reformulados con la estimación de la incertidumbre. La evidencia clínica, un concepto que ha estallado en estos años, se presenta ahora acotada en parcelas probabilísticas. Así, de los 2.329 tratamientos revisados en la última edición de Evidencia clínica concisa (la versión española de la obra Clinical Evidence del BMJ Publishing Group), el 15% (358) se califican como beneficiosos y el  21% (498) como probablemente beneficiosos; el 5% (115) son probablemente no beneficiosos, el 4% (91) son probablemente no efectivos o perjudiciales, y en el 7% (170) de los tratamientos hay un equilibrio entre beneficios y daños. Pero lo que quizá dejaría más sorprendido a un médico de hace 20 años es que el 48% (1.097) de los tratamientos son de “efectividad desconocida”. El hecho que revela este dato es claro y crudo a la vez: la medicina emplea muchos tratamientos que no han sido estudiados en ensayos clínicos aleatorios. La tarea de estudiar todas las intervenciones médicas es casi imposible, pero sería deseable reducir el actual vacío de evidencias.

La peculiaridad de Evidencia clínica y de otros recursos basados en la evidencia, especialmente las revisiones de la Colaboración Cochrane, es que presentan lo que se conoce y lo que no se conoce sobre el tratamiento y la prevención de las enfermedades en términos probabilísticos y, además, resumidos de forma sencilla y operativa. Toda la complejidad bioestadística que constituye el núcleo duro de los ensayos clínicos se resume en opciones probabilísticas para la toma de decisiones informadas y compartidas entre médicos y pacientes. Del mismo modo que el rótulo de “ciencias exactas” desapareció de las matemáticas, la certeza y la seguridad derivadas de la experiencia médica individual han dado paso a la incertidumbre. Conocimiento e incertidumbre son así las dos caras inseparables de la investigación clínica y de la práctica médica. La medicina es ahora provisional y probable, y por eso, precisamente, más científica, sin que ello la haga menos ética o humana. Esta es, probablemente, la mejor medicina que se puede hacer hoy en día.