Once años después

Once años después

Sobre el origen, la historia y el porvenir de este blog

[divider_flat] Escepticemia apareció por primera vez el 19 de febrero de 1999, y durante más de 11 años se ha venido publicando puntualmente todos los viernes del año en el portal de Ediciones Doyma (actualmente, Elsevier) y más tarde en Jano, tanto en su edición digital como en la impresa. En paralelo ha aparecido también en una larga lista de portales médicos, sociedades científicas y otros sitios web relacionados con la salud, muchos de ellos al otro lado del Atlántico, no siempre con autorización, todo hay que decirlo. (más…)

Infoescepticismo

Sobre la necesidad de fomentar la lectura crítica de la información médica

[divider_flat] El periodismo médico tiende a la exageración. La desmesura está los genes de la información periodística como lo está el impulso de reproducción en el ADN biológico. Hay ya suficientes estudios que muestran que las noticias médicas adolecen de imprecisión, de sesgos, de incompletitud. Las limitaciones de espacio y tiempo, la influencia de la publicidad en el estilo periodístico y esa búsqueda imperiosa e irreflexiva de novedades y avances médicos espectaculares fomentan estas deficiencias. Hay, por supuesto, muchas otras razones, desde la falta de filtros y de conocimientos del periodista a la precarización del oficio de informar, pero no es el momento de ahondar en ellas. Muchos lectores ya saben que todo titular contiene una licencia para exagerar, pero probablemente ignoran otros mecanismos tanto o más importantes que conducen a la distorsión y la desinformación. (más…)

Translation

Sobre los misterios y problemas de la traducción

Para ponernos en situación, pensemos en cualquiera de los congresos internacionales que cada día se celebran por doquier (sustitúyase por una isla del Pacífico o la ciudad donde uno vive). Puede ser una reunión médica o de otro tipo, pero lo que aquí nos importa es el uso de la traducción simultánea. En estas circunstancias, más de un atento y políglota observador se habrá percatado de que, a veces, la audiencia no sólo sonríe por un comentario del ponente con un cierto desfase temporal sino que sonríe cuando no toca. El culpable es, por supuesto, el traductor, que ha añadido algún comentario con la sana intención de adecuar mejor el mensaje al perfil del oyente.

Uno de los curiosos observadores de esta situación fue Antoni Muntadas, considerado uno de los artistas más comprometidos con el cuestionamiento de la realidad y sus apariencias. A partir de esta observación ha venido realizando desde 1995 una serie de 27 trabajos e intervenciones artísticas, reunidas en el proyecto «On translation»,  en lugares tan distantes como Kassel, Nueva York, Helsinki, São Paulo, Madrid, Atlanta, París o Bogotá, con la intención de reflexionar sobre la dificultas de traducir no sólo las palabras sino también los símbolos, las imágenes o las experiencias. «Atención: la percepción requiere implicación» es el provocador lema de este proyecto vivo y adaptado a cada entorno sobre la «traducción cultural como fenómeno contemporáneo» que recientemente ha recalado en el Macba de Barcelona.

Sobre la posibilidad o imposibilidad de traducir cualquier cosa, Muntadas aclaraba en El País del 23 de noviembre de 2002 que «el problema es traducir para ayudar a interpretar. Cuando yo hablo de traducción no me refiero sólo a la traducción lingüística, que es lo primero que entiende la gente, sino que traducir para mí también es cómo se interpreta una ciudad, una bandera o una transacción económica». El abismo referencial que hay entre dos palabras aparentemente equivalentes como la inglesa «translation» y la latina «translatio» nos permite acercarnos al borde del precipicio que puede abrirse entre un original y su traducción, y que cualquiera puede apreciar en su real dimensión cuando lee la traducción automática de un texto medianamente complejo.

Si, a pesar de los notables avances, la traducción automática es a menudo un proceso frustrante es porque la expresión del pensamiento en palabras sigue siendo un misterio, es decir, un asunto no matematizable. En el caso particular de la literatura médica y científica, puede parecer que la utilización universal del inglés es una solución en un ámbito en el que el lenguaje pretende ser lo menos ambiguo posible. Y en efecto lo es, pero por otra parte crea nuevos problemas con la eliminación de matices, los falsos sentidos o la insensata incorporación de neologismos. El misterio de la traducción puede tener un gran interés artístico, pero ante todo es un desafío científico y para la comunicación.