Carnívoro apetito

Carnívoro apetito

Sobre el debate científico, médico, ambiental y económico del consumo de carne

La carne parece instalada en el ojo de un huracán consumista que amenaza con llevarse por delante la salud de mucha gente y del planeta mismo. Comer carne se asocia con un mayor riesgo de cáncer y con un deterioro de los recursos naturales. Estos dos mensajes, con su cortejo de exageraciones y controversias, van y vienen en boca de expertos y profanos, y tienden a arreciar con la aparición de sucesivos informes, estudios y recomendaciones. La FAO ya documentó en 2006, en su publicación Livestock’s Long Shadow, el grave problema ambiental que representa la ganadería, mientras la OMS advirtió en 2015 que la carne procesada es cancerígena y que la carne roja probablemente lo es. Sabemos que la salud de las personas, los animales y el medio ambiente están íntimamente relacionadas, como plantea la iniciativa One Health, pero ¿pesan igual los argumentos médicos y los ambientales para reducir el consumo de carne? (más…)

Riesgos reales y fantásticos

Sobre la pervivencia de los mitos sobre las causas del cáncer y sus implicaciones

El relato social del cáncer contiene todavía demasiados cuentos y adornos de fantasía, demasiadas metáforas y ficciones. A pesar de los ríos de tinta y los diluvios de información científica que inundan desde hace décadas el juicio de la gente, perviven un sinfín de mitos e ideas equivocadas sobre las causas y posibilidades de prevención de este conjunto de enfermedades que afectarán a casi la mitad de la población a lo largo de su vida. Una de las mayores dificultades para que calen los datos ciertos y los hechos reales es que hay más de 200 tipos de cáncer y que las posibilidades de supervivencia varían entre el 1% y el 98%. El día en que dejemos de hablar del cáncer como una sola enfermedad, la comunicación será más fácil y provechosa, pero ese día todavía no ha llegado. Uno de los datos más interesantes que emergen de toda la investigación científica es que 4 de cada 10 cánceres pueden evitarse con cambios en el estilo de vida. Las posibilidades de prevención son, pues, inmensas, pero para eso la gente debe tener claras cuáles son los factores de riesgo o causas reales del cáncer y cuáles son simple fantasía. Y ese es el problema.
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Sobreprevención y otros excesos

Sobre la prevención mal entendida y algunas desmesuras de la medicina

Sobrediagnóstico, sobredefinición, sobredetección, sobreventa, sobretratamiento (overdiagnosis, overdefinition, overdetection, overselling, overtreatment) son palabros de reciente cuño a los que podemos añadir el de sobreprevención. Guardan entre sí estrechas relaciones y en su conjunto ponen de relieve una cierta manera de entender y de practicar una medicina de altos vuelos técnicos y teóricos que acaba por perder de vista al paciente y termina por ocasionar más perjuicio que beneficio, o casi. El último toque de atención sobre este tipo de desmesuras ha recaído sobre el análisis sanguíneo del PSA (antígeno prostático específico). A pesar de su popularidad para la detección precoz del cáncer de próstata, el más frecuente entre los hombres, este test ya era muy cuestionado. Incluso su descubridor, Richard Ablin, abominó públicamente hace ocho años del uso de esta prueba para el cribado del cáncer de próstata, a la que calificó en el New York Times como “un costoso desastre para la salud pública”. Un cuarto de siglo después de que fuera autorizada por la FDA, un ensayo clínico le ha dado la puntilla al test del PSA al mostrar que aumenta la detección del cáncer pero no reduce su mortalidad. (más…)

Lo más nuevo no siempre es mejor

Sobre la ineficacia de muchos de los nuevos y caros fármacos contra el cáncer

Lo más nuevo no es necesariamente mejor, aunque suele resultar más caro. En el caso de los nuevos medicamentos contra el cáncer, la constatación de la veracidad de esta afirmación resulta demoledora para los sistemas sanitarios públicos, para los pacientes con cáncer y sus familias, para los médicos, para el sistema regulador de los fármacos, para la investigación biomédica y para la sociedad. Para todos excepto para la “industria del cáncer” (las compañías farmacéuticas y todo su entorno que obtiene algún beneficio económico o profesional). El tratamiento medio anual con un medicamento contra el cáncer cuesta 85.000 euros (100.000 dólares) por paciente. Teniendo en cuenta la población potencialmente afectada (casi la mitad de los hombres y más de la tercera parte de las mujeres sufrirán un cáncer a lo largo de su vida), no hay que hacer cálculos complejos para ver que esto es insostenible. Pero lo peor es que siguen saliendo nuevos y más caros fármacos al mercado, que la mitad ellos no funciona y que, en el mejor de los casos, aportan un beneficio clínicamente insignificante.
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La comercialización del cáncer

Sobre los riesgos de la publicidad de pruebas y tratamientos oncológicos

¿Para qué sirve la publicidad directa al público de un hospital oncológico? Decir que pretende educar al público, informar sobre las opciones terapéuticas y reducir el estigma del cáncer es andarse por las ramas y rehuir el fondo de la cuestión. La publicidad está en las antípodas de la educación y la información objetiva. Tanto si se trata de un coche como de una prueba oncológica, lo que pretende es crear marca y aumentar la demanda. En Estados Unidos, según revela un reciente análisis publicado en JAMA Internal Medicine, los 890 hospitales oncológicos analizados se gastaron en 2014 al menos 173 millones de dólares en publicidad. Tal y como sospechaban los autores, los centros con ánimo de lucro fueron los que más gastaron. Pero hay que decir que el MD Anderson y el Memorial Sloan Kettering, ambos vinculados al Instituto Nacional del Cáncer (NCI), figuran en los puestos dos y tres de la lista de mayor gasto publicitario. (más…)