Sobre los asesores filosóficos y la desmedicalización de la existencia

[divider_flat] El “tratamiento” filosófico es una nueva moda que despunta en los países desarrollados y empieza a infiltrarse con sus consultas o asesorías en ese gran coto cerrado de los profesionales de la salud. Los filósofos se postulan como consejeros profesionales para las personas en situaciones difíciles, con problemas o dudas existenciales o que han de resolver algún gran dilema en su vida. Con este ejercicio asistencial, los filósofos no sólo reivindican la utilidad práctica de sus conocimientos sino que además parecen haber encontrado una prometedora salida ocupacional en el ámbito de la salud o sus aledaños, como en su día lo hicieron la psicología clínica o tantas medicinas alternativas. La gran diferencia es que los filósofos se desmarcan de cualquier psicoterapia; lo suyo, dicen, es el diálogo filosófico para reforzar el autoconocimiento de sus clientes. Los filósofos, en principio, no tratan pacientes. Y esto, aunque parezca una simple cuestión de lenguaje, va mucho más allá.

El iniciador de esta praxis filosófica y quien primero puso en práctica la idea de un consultorio vital filosófico fue el alemán Gerd Achenbach, en 1981. Su asesoría filosófica se plantea como un diálogo espontáneo con el cliente en apuros existenciales, una conversación para buscar respuestas en las ideas y encontrar soluciones a los problemas de la vida, al estilo de cómo hacían los pensadores de la antigüedad. En su consulta hay dos butacas enfrentadas con una mesa baja en medio y un espejo en la pared lateral en el que el cliente ve al filósofo reflejado y viceversa, todo un guiño indicativo de que el filósofo pretende ver al cliente tal como él se ve y no desde fuera. La iniciativa de Achenbach ha sido seguida por otros muchos filósofos en todo el mundo, que han llegado a crear sus asociaciones profesionales, como la International Society for Philosophical Practice (ISPP) presidida por el propio Achenbach, o la American Philosophical Practitioners Association (APPA), que tiene una sección española y está presidida por Lou Marinoff, autor del best seller de divulgación filosófica Más Platón y menos Prozac. Aunque hay diferencias entre unos y otros, los filósofos asistenciales se aglutinan en torno a la reivindicación de la filosofía práctica para elaborar un sentido a la propia existencia y encontrar luz en las situaciones difíciles de la vida.

Lo que interesa resaltar de esta aproximación es que no persigue el diagnóstico de una enfermedad y establecer un tratamiento, que es lo característico de cualquier consulta de salud física o mental, ya sea ortodoxa o heterodoxa. Aunque no hay que descartar que en esta nueva profesión haya oportunistas y charlatanes, la entrada de los filósofos en los aledaños del escenario de la salud sin ser propiamente sanadores puede significar un soplo de aire fresco para la medicina. Los filósofos pueden ayudar a desmedicalizar muchos problemas que no son propiamente médicos, ya sea la soledad o el divorcio, y ayudar a sacarlos de una vez para siempre del ámbito de la salud, que falta hace.