Sobre las imágenes funcionales y la organización modular del cerebro

[divider_flat] Las bellas cabezas frenológicas en loza, tan queridas por algunos neurólogos, no son ya más que piezas de museo de una época de la medicina totalmente superada. La frenología, tal y como la formuló el neuroanatomista alemán Franz Joseph Gall (1758-1828) con el nombre de craneología y la desarrollaron los estadounidenses Orson y Lorenzo Fowler, asumía que la forma del cráneo se correspondía con un cierto tipo de cerebro y de mente, y que estudiando la forma de la cabeza era posible conocer el carácter y la personalidad, incluidas las tendencias criminales.

Gall, que intuía que las facultades mentales debían tener una localización precisa, visitó muchas cárceles y se dejó impresionar por las deformaciones craneales de algunos condenados a muerte. A partir de ahí estableció diversos tipos y subtipos de cráneos y llegó a dibujar un mapa cerebral de 37 zonas u «órganos» en los que residían otros tantos rasgos de la personalidad o facultades mentales, como la conflictividad (zona 7), la espiritualidad (zona 17) o la capacidad musical (zona 34).

Para los frenólogos, mediante el examen de las prominencias y hundimientos de la bóveda craneal era posible conocer ¿las tendencias del espíritu, las aptitudes, las capacidades intelectuales, las pasiones que combaten al hombre¿. Pero la frenología, que gozó de gran popularidad en el siglo XIX y ayudó a divulgar que el cerebro es el órgano de la mente, cayó en descrédito con el cambio de siglo y actualmente es considerada una pseudociencia.

Hace ya décadas que la neurociencia ha dejado de hablar de funciones cerebrales residentes en tal o cual zona del cerebro para hablar de funciones relacionadas. El cerebro es un órgano profundamente plástico, lo que permite, hasta ciertos límites, que las funciones cerebrales pueden migrar a otras partes del cerebro. La aparición de nuevas técnicas de visualización del cerebro en plena actividad, como la resonancia magnética funcional o la tomografía por emisión de positrones, está propiciando numerosos estudios que pueden conducir a conclusiones precipitadas y engañosas, especialmente cuando se simplifican para divulgarlas al público.

Todo está en el cerebro, sin duda, pero las imágenes funcionales no son una «fotografía» de la personalidad

La simple visualización de la actividad cerebral en determinadas zonas del cerebro mientras el sujeto piensa o hace algo no puede asociarse sin más a ciertos rasgos de la personalidad, ya sea la tendencia al crimen o el tener una ¿personalidad maquiavélica¿, que según algún estudio se corresponde con una mayor actividad en la corteza orbitofrontal lateral.

Todo está en el cerebro, sin duda, pero las imágenes funcionales no son una «fotografía» de la personalidad. Algunos neurocientíficos, como Rodolfo R. Llinás, han alertado de un cierto revival de la frenología por el uso inadecuado de estas técnicas de imaginería funcional y la asunción de una perspectiva modular del cerebro excesivamente simplista. El cerebro parece estar organizado en módulos funcionales sólo hasta cierto punto, pero su comprobada plasticidad no cuadra con esta suerte de neofrenología.