Sobre la narrativa visual y lingüística en la obra de Perejaume

Existen lenguas amerindias en las que la palabra «montaña» es un verbo en movimiento, nos dice el artista catalán Perejaume (1957). Pero todos podemos ver el movimiento de las montañas, cómo las montañas entrelazadas en sierras y cordilleras componen un baile acompasado. Sólo tenemos que olvidarnos del tiempo geológico, ascender a una cumbre y mirar. O dejarnos guiar por Perejaume: «Quedémonos en una cima enfaldada con toda su caída de ropas y torrenteras, entre valles que se alejan y un sonido de agua que cae en cascada por los pliegues más profundos de las faldas». Para el artista de San Pol de Mar (Barcelona), «en los ademanes y ondulaciones del relieve están expresadas todas las formas del baile. A través de la variada evolución de sus movimientos, en un rodamiento que tiene la curvatura del planeta, con pasos quebrados y pasos seguidos, las montañas giran, tabalean y hacen volar las faldas. No hay un solo pliegue del terreno que no afecte al siguiente».

En su reciente exposición Los horizontes y las cinturas, en la Galería Soledad Lorenzo de Madrid, Perejaume desarrolla la idea del baile geológico en unas sencillas obras visuales (dibujos, pinturas, fotografías y vídeo) y en un bello texto. El conjunto despliega la idea de la naturaleza como arte y del baile de las montañas como espectáculo. Esto se aprecia claramente en Telón de montañas 2 (Teló de muntanyes 2, 2007), donde aparece pintado en el extremo derecho un telón granate descorrido para ver la panorámica de una gigantesca cordillera agitada por violentas pinceladas de óleo. En sus dibujos de la serie Baile de montañas (Ball de muntanyes, 2007), nos muestra cómo bailan las montañas humanizadas por su mano de artista: aquí una pareja danza alegremente dejando volar sus faldas, allá vemos el baile enérgico de dos montañas con bastos y una campanilla en las manos. Más allá, una falda femenina de rayas horizontales caída sobre el suelo asemeja una montaña con sus cotas. La propuesta conjunta es un diálogo entre la realidad natural y la artística a través del objeto falda, de la palabra falda y del territorio enfaldado de las montañas.

Los horizontes y las cinturas quizá no sea la mejor exposición del artista catalán pero ilustra perfectamente un aspecto característico de su obra: la exploración de las relaciones entre el arte y el territorio, entre la idea y la materia, entre la imagen y la palabra, entre la vida y su representación. Perejaume es un poeta y un artista visual de gran talento, pero también un fotógrafo, un cineasta, un ensayista, un geógrafo, un historiador, un actor, un filósofo y un hombre muy vinculado a la tierra. Su obra es difícilmente clasificable porque abarca distintos medios, desde el texto a la instalación, pero está siempre entretejida por lo visual y lo verbal con una marcada pretensión de unidad. Quizá lo más singular de su trabajo artístico sea la presencia del territorio, de la montaña, y la simbiosis de lo intelectual, lo plástico y lo verbal. En este sentido, las faldas de Perejaume son una buena metáfora de su obra.