Sobre la salud de las parejas y el efecto viudedad

Los contornos sociales o psicosociales de la salud y la enfermedad dan mucho juego analítico, retórico y político, y quizá sólo eso. Todos los factores y determinantes de la salud que encajan en el cajón de lo social parecen tener una doble y paradójica condición que los hace a la vez reales y difusos, esenciales y accesorios, evidentes y difíciles de evidenciar con el método científico. Sin embargo, como la epidemiología social va demostrando, el pilar social es fundamental para que la estructura de la salud se mantenga en pie, tanto a nivel individual como comunitario. Pues del mismo modo que la salud se puede venir abajo cuando se cae en las espirales de la pobreza o la soledad, si la salud de los que tenemos al lado se resiente, la nuestra también se puede resentir.

Esta suerte de efecto cascada o de contagio social de la enfermedad se ha estudiado especialmente entre los cuidadores de pacientes crónicos y entre las parejas en las que uno de los miembros cae enfermo. El fenómeno es especialmente acusado en las personas mayores, hasta el punto que la vida del cónyuge sano puede correr peligro. Este extremo ha sido confirmado recientemente en un gran estudio que ha analizado durante nueve años las condiciones de salud de más de medio millón de parejas, con edades entre los 65 y los 98 años, para demostrar hasta qué punto la salud de las personas puede estar interconectada. El trabajo, publicado en The New England Journal of Medicine el 16 de febrero de 2006, muestra que la hospitalización de un cónyuge aumenta significativamente el riesgo de muerte del que está sano, y que este riesgo se mantiene alto hasta dos años después. El periodo crítico se sitúa en los 30 días siguientes a la hospitalización o la muerte del cónyuge, con una elevación del riesgo de muerte de un 54% para los hombres que quedan viudos y de un 61% para las mujeres que quedan viudas. Para el cónyuge que está sano, tanto el riesgo de enfermar o “carga del cuidador” como el de muerte o “efecto viudedad” varían en función de la enfermedad que ha causado la hospitalización o la muerte de la pareja, siendo las demencias y los trastornos psiquiátricos las enfermedades más amenazantes.

El análisis más fino de los datos muestra que el impacto negativo que provoca en las mujeres la hospitalización del marido aumenta con la edad y con el nivel de pobreza, mientras que en los hombre el impacto de la hospitalización de la mujer sólo se incrementa con la edad. Puesto que aun se desconoce casi todo sobre cómo influyen las redes sociales en la salud de las personas, todavía no es posible explicar en términos fisiológicos estos fenómenos, más allá de la intervención del estrés y de la adopción de conductas de riesgos. Sin embargo, la constatación de este efecto cascada que provocan la enfermedad y la muerte en las parejas de personas mayores, sobre todo cuando amenazan las espirales de la pobreza y la soledad, deberían bastar para adoptar estrategias preventivas.