Sobre los ecos, soplos, roces y otros sonidos del cuerpo

El cuerpo humano, como cualquier máquina más o menos bien engrasada, es un festival de ruidos, ecos y otras vibraciones sonoras producidas por la actividad de sus órganos y sistemas. Desde el fluir de la sangre o el aire por sus conductos biológicos hasta la mecánica articular o el tránsito intestinal, todo lo que se mueve en el interior del cuerpo produce ondas acústicas, de las cuales sólo una mínima parte son ondas sonoras, audibles por el oído humano. Aunque apenas oímos los latidos, el respirar o las tripas cuando se ponen furiosas, todos estos ruidos biológicos que proceden del interior del organismo son un medio importante para el diagnóstico médico. Tanto es así, que no hace mucho se definía la salud como “el silencio de los órganos”. En especialidades clínicas como la cardiología, la neumología, la gastroenterología o la obstetricia, la auscultación ha sido y continúa siendo todavía una vía fundamental para escudriñar la salud a través del sonido; la ecografía, en cambio, aunque utiliza ultrasonidos no es un procedimiento diagnóstico auditivo sino visual, pues se basa en el registro de los ecos de las estructuras internas del cuerpo sometidas a una emisión de ondas acústicas de alta frecuencia (ultrasonidos) con el objetivo de obtener una imagen visual de los órganos. El registro amplificado de los más mínimos ruidos interiores no es un área que haya interesado especialmente a los médicos, más allá de la exploración cardiorrespiratoria o abdominal mediante un estetoscopio. Y así, el sonido de la contracción de un músculo o del paso de la sangre por el torrente circulatorio son un misterio para el común de la gente.

Registrar el sonido peculiar de los diferentes órganos es el objetivo de un proyecto artístico y científico que preparan el artista Marcus Woxneryd y el cirujano cardiotorácico Francis Wells, ambos británicos. El proyecto, denominado “Sonic body”, ha recibido uno de los premio Sciart que entrega el Wellcome Trust para estimular la colaboración entre el arte y la ciencia. Woxneryd y Wells pretenden grabar sonidos desconocidos de todas las partes del cuerpo utilizando instrumentos médicos de alta tecnología y hacer llegar todos estos sonidos al público en una instalación que se programará próximamente. El cirujano invitará a participar en este proyecto a todos sus pacientes y asegura que los sonidos captados se utilizarán también en investigaciones médicas. La gran duda es cómo se enfrentarán médico y artista al silencioso cerebro, el órgano al que no le duele nada ni causa ruido alguno pero que es el auténtico director de orquesta de esta insólita biosinfonía.