Sobre las recomendaciones dietéticas contra el cáncer

Tras años de grandes expectativas científicas y de mensajes que tronaban como órdenes para la población, parece que la hipótesis de la fibra en la prevención del cáncer se viene abajo. Aunque la última palabra nunca está dicha, la dieta rica en fibra no parece prevenir el cáncer colorrectal. La contundencia del metaanálisis publicado en el número del 14 de diciembre de 2005 del JAMA (Dietary fiber intake ans risk of colorectal cancer: a pooled analysis of prospective cohot studies) arroja una sombra de duda importante sobre la recomendación de tomar fibra para prevenir este tipo de tumores. Algunas revisiones recientes ya lo venían avisando (“no hay pruebas de los ECA que sugieran que una mayor ingesta de fibra dietética reduzca la incidencia o recurrencia de pólipos adenomatosos en un período de dos a cuatro años”, se decía en una revisión Cochrane de 2002), y este metaanálisis añade ahora una nueva prueba basada en 13 estudios prospectivos, que incluyen más de 725.000 personas y más de 8.000 casos de cáncer colorrectal.

La investigación no tiene por qué detenerse, pero la hipótesis de la fibra ha quedado tocada. Y es una lástima, porque sobre el papel resultaba atractiva: los carcinógenos que se toman con la dieta se enredan en una maraña fibrosa y acaban en las heces, el tránsito intestinal es más rápido y así se reduce el tiempo de contacto de los cancerígenos con el colon, la fibra se metaboliza en ácidos grasos de cadena corta que protegen contra el cáncer, etcétera; incluso en modelos animales parecía que la fibra podía ser un factor protector. Pero una vez más a la medicina le faltan pruebas. Con todo, como se concluye en este metaanálisis, la dieta rica en fibra sigue siendo recomendable: reduce el riesgo cardiovascular y de diabetes.

La idea de que la dieta puede ayudar a prevenir el cáncer parece de lo más sensata, y el tiempo se encargará de demostrar si es cierta. Esto es lo que se ha creído en las dos últimas décadas, a juzgar por la cantidad de estudios realizados sobre dieta y cáncer, y por la rotundidad de algunas recomendaciones, ya sea sobre las dietas bajas en grasas, las vitaminas antioxidantes o la propia fibra. Sin embargo, los resultados de los estudios epidemiológicos no han sido contundentes ni han sido respaldados después por los necesarios ensayos clínicos y, mucho menos, por la investigación básica. Es posible que algunos elementos de la dieta ayuden a prevenir el cáncer, pero esto está por demostrar. Quizá, como apuntan otros, lo que importa es la cantidad y no el tipo de comida. Pero lo cierto es que por ahora ha habido mucho ruido epidemiológico y mediático, y pocas nueces.