Sobre el exceso de grasa corporal y sus mitos y metáforas

Llámesela condición, trastorno o factor de riesgo, y exclúyasela si se quiere de la categoría de enfermedad. Pero lo cierto es que la obesidad se ha convertido en las últimas décadas en un problema de salud de primer orden en las sociedades desarrolladas. En EE UU, donde los cuerpos gordos empiezan a ser la norma (más del 50% de la población tiene sobrepeso), es ya la primera amenaza para la salud de la población, según Julie Gerberding, la directora de los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de EE UU.

La gravedad de las enfermedades asociadas a la obesidad, desde la diabetes tipo 2 y la depresión a la enfermedad coronaria y el cáncer, hace que la mortalidad atribuible al exceso de grasa corporal sea considerable, de una magnitud que se aproxima a la del tabaquismo, considerado por las autoridades sanitarias como el enemigo número uno de la salud de las últimas décadas. Queda mucho por hacer en la prevención y control del tabaquismo, pero pudiera ser que la obesidad esté cogiendo el relevo como bestia negra de la salud y primera preocupación de las autoridades sanitarias, especialmente por su auge entre niños y adolescentes. Las iniciativas que se están poniendo en marcha para su prevención y control han de superar, entre otros escollos, las notables carencias de conocimientos sobre los factores que conducen al desarrollo de la obesidad y cómo combatirla eficazmente, la falta de preparación específica de muchos médicos y las innumerables creencias y conductas equivocadas arraigadas en la población.

Todas las primaveras, la centralita de la Clínica Mayo de EE UU se colapsa por las innumerables llamadas preguntando por la popular “dieta de la Clínica Mayo”. ¿Quién no ha oído hablar de ella? Pues lo cierto, como aseguran los expertos en nutrición de esta institución, es que la llamada dieta de la Clínica Mayo no existe ni ha existido nunca, aunque circulen distintas versiones apócrifas desde la década de 1940. Y no existe porque, más allá de los principios generales, todo programa de control de peso ha de ser individualizado para que tenga mayores posibilidades de éxito.

La solución al problema del sobrepeso parece fácil si se plantea como una simple ecuación matemática: hay que ingerir menos calorías con la dieta y consumir más con el ejercicio físico. Pero en la práctica las cosas no son tan fáciles, porque las causas la obesidad son complejas y tampoco son bien comprendidos los mecanismos reguladores del apetito que pudieran poner freno a la actual epidemia de sobrepeso. En este barbecho científico y médico, la población adelgazante es víctima de mil y una dietas de nombre propio que prometen lo imposible, mientras sigue vigente una visión del homo obesus como metáfora de la placidez, de la tolerancia, del sosiego, del buen humor y hasta de la paciencia. Como diría Susan Sontag, la obesidad no es una metáfora, y el modo más sano de combatirla es despojarla de sus mitos y metáforas y tratarla como si fuera una simple enfermedad.