Sobre la actualidad y vigencia de un pensador radical

[divider_flat] Richard Smith, el director del British Medical Journal, ha contado recientemente (BMJ del 13 de abril) que lo más próximo a una experiencia religiosa que ha tenido nunca ha sido escuchar al “carismático y apasionado” Ivan Illich exponer sus radicales ideas sobre la salud y la medicina rodeado de los “fósiles de la jerarquía académica en Edimburgo”. Illich argumentaba entonces que “la mayor amenaza para la salud en el mundo es la medicina moderna”. Esto ocurrió hace nada menos que en 1974, cuando Smith acababa de licenciarse en medicina y un año antes de que Illich publicara su polémico y clarividente libro Némesis médica: la expropiación de la salud. Ahora, al reseñar la vigencia de este clásico de la medina, el actual director del BMJ reconoce con ironía que él mismo se ha convertido en un pilar del establishment médico tan criticado por Illich, y constata que “lo que en 1974 era radical es ahora en cierto sentido una corriente principal”.  

Illich, por ejemplo, describía en ese libro la medicina basada en la evidencia dos décadas antes de que fuera acuñado el término; pero sobre todo alertaba sobre las tres modalidades de iatrogénesis médica: la clínica (el daño provocado por los tratamientos), la social (resultante de la medicalización de muchos aspectos de la vida, como el nacimiento, el sexo o la muerte) y el cultural, el más perverso, porque destruye las vías tradicionales de enfrentarse al dolor y la enfermedad. De todo esto se está escribiendo y discutiendo en abundancia desde hace años, pero en todos los análisis y debates el nombre de Illich y su Némesis médica es una referencia poderosa. Por eso, Smith considera que “todos los médicos y estudiantes médicos deberían leer este libro”.

Pero, ¿quién es Ivan Illich? Nacido en Viena, en 1926, de familia aria y judía,  estudió ciencias naturales en Florencia y se especializó en cristalografía, se licenció en filosofía y en teología en Roma, y se doctoró en historia en Salzburgo. Ha sido, entre otras cosas, párroco católico en Nueva York; vicerrector de la Universidad Católica de Santa María en Puerto Rico; profesor en universidades de EE UU, Alemania y otros países, y por encima de todo un pensador original que ha abordado temas nucleares de la sociedad actual, como la educación, el desarrollismo, la tecnología o la salud. En internet podemos ver su rostro, entrar en su archivo, conocer algo de su vida y obra, y enfrentarnos con algunas de sus radicales ideas, como ésta: “Ha llegado el momento de quitar de las manos del médico la jeringa, como se quito la pluma de las manos del escriba durante la Reforma. La mayoría de las enfermedades curables hoy en día se pueden diagnosticar y tratar por profanos. A la gente le resulta muy difícil aceptar esta declaración, porque la complejidad del ritual médico les ha ocultado la simplicidad de sus instrumentos básicos”. Que el establishment médico comulgue ahora con Illich indica que algo se mueve en medicina.