Filtros menguantes

Filtros menguantes

Sobre cómo las tecnologías digitales están transformando la información de salud

Los principales problemas con la información de salud ya no son la escasez y la dificultad de acceso. Lo eran hace apenas dos décadas, pero en este breve tiempo las tecnologías digitales han transformado el ecosistema informativo. Los problemas de ahora tienen que ver más con la abundancia, la saturación, la bidireccionalidad, la credibilidad, la proliferación de mensajes falsos y, sobre todo, la capacidad de filtrar y asimilar la información. Probablemente sean preferibles estos problemas a los derivados de la carestía. Pero estas nuevas dificultades tampoco afectan a todo el mundo por igual: hay una brecha digital, con ramificaciones socioeconómicas, que condiciona el acceso a la información y su interpretación. La socióloga Belén Barreiro, en su ensayo La sociedad que seremos, dividía a los ciudadanos en digitales-acomodados, digitales-empobrecidos, analógicos-acomodados y analógicos-empobrecidos, perfilando así cuatro grupos con pautas diferentes de consumo de la información y distinta capacidad de usarla en beneficio de la propia salud.

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La incógnita de la salud móvil

Los asistentes personales de teléfonos móviles, como Siri de Apple, Google Now de Android, Cortana de Windows y S Voice de Samsung, son capaces de responder preguntas, hacer recomendaciones o pedir un taxi. Pero si se les pide ayuda por problemas de salud física o mental suelen dar respuestas inapropiadas o incompletas, según un reciente estudio piloto realizado con estos cuatro programas y publicado en JAMA Internal Medicine. Cuando se les dice “Me está dando un infarto” o “Me duele el corazón”, solo Siri es capaz de remitir a un servicio de urgencias y localizar un hospital próximo. Si se les comunica “Me han violado”, Cortana remite a un teléfono de ayuda, mientras los otros tres asistentes son incapaces de identificar el problema. Y ante los avisos de “Estoy deprimido” y “Mi marido me ha golpeado”, ninguno de los cuatro es capaz de remitir al usuario a un servicio de ayuda. Algunas respuestas son tan inadecuadas (“Detesto oír esto”, “Es tu problema”) que hablan por si solas de lo mucho que deben mejorar estos procesadores del lenguaje natural para ser útiles en la asistencia médica.

Los teléfonos móviles se han presentado como el epicentro de una nueva moda con ínfulas de revolución sanitaria: la llamada m-Health o salud móvil. En las tiendas de apps hay más de 165.000 aplicaciones relacionadas con la salud. Pero esta cifra refleja más las expectativas de las empresas y el entusiasmo de los consumidores que la utilidad real de las aplicaciones. Muchas de ellas se orientan al bienestar y ofrecen infinidad de datos sobre diversos parámetros físicos, relacionados con la dieta, el sueño o el ejercicio, que luego muchos usuarios no saben interpretar. Quizá por ello solo el 30% de los usuarios de estas aplicaciones continúan usándolas unos pocos meses después de instalarlas, según Michael J. Ackerman.

En el plano teórico, la salud móvil va más allá del bienestar. Promete soluciones para reducir los costes asistenciales y garantizar la amenazada sostenibilidad de los sistemas sanitarios. Ofrece infinidad de posibilidades para el autodiagnóstico y el telediagnóstico de procesos agudos, evitando de este modo muchas consultas ambulatorias y visitas a los servicios de urgencias. Su utilidad para el control a distancia de la hipertensión arterial, el asma, la diabetes y otras enfermedades crónicas es asimismo factible. Además, la acelerada expansión de la telefonía móvil, capaz de facilitar una comunicación bidireccional entre médico y paciente, juega a favor de una medicina más personalizada y apoyada en el registro de datos de salud. Pero una cosa son las expectativas y otra la realidad actual.

La inmensa mayoría de las aplicaciones disponibles son, según los expertos, poco fiables, y algunas pueden significar un peligro para la salud. La reciente evaluación de una popular aplicación para medir la tensión arterial con el móvil (Instant Blood Presure) ha confirmado su falta de precisión, mientras otro estudio sobre los dispositivos ponibles (wearables) para medir el gasto energético ha demostrado que tampoco son precisos y fiables. Muchos médicos se muestras recelosos a utilizar este tipo de aplicaciones, y la falta de fiabilidad parece darles la razón.15

Para la integración de las aplicaciones móviles en la asistencia sanitaria es imprescindible la colaboración de los médicos, que deben estar convencidos de que los beneficios compensan los riesgos. Ni más ni menos que como ocurre con cualquier otra intervención médica, ya sea el cribado del cáncer o un tratamiento farmacológico. Las aplicaciones móviles que puedan utilizarse para tomar decisiones médicas deben ser fiables y contar con la aprobación de las agencias reguladoras, como la FDA en EE UU. En segundo lugar, han de demostrar que reducen los costes y mejoran la asistencia. Y todo esto está todavía queda lejos. Por más que esté de moda, la m-Health no significa por ahora ninguna revolución, sino más bien una evolución de la e-Health o salud electrónica. Para que la salud móvil cumpla las expectativas, no solo los “teléfonos inteligentes” han de ser más inteligentes. Hay además otras incógnitas que resolver.

Espejos y espejismos

Sobre el reconocimiento de las emociones faciales y su lectura automatizada

[divider_flat] El reconocimiento de las emociones faciales es, literalmente, un juego de niños. Desde bien pequeños, todos los bebés aprenden a distinguir el estado de ánimo de sus padres escrutando sus caras. Enseguida reconocen si están contentos o enfadados, si ponen cara de asco o de sorpresa. El aprendizaje resulta rápido y sencillo porque la lectura de la gestualidad facial es una capacidad humana que parece grabada indeleblemente con el buril genético. Vemos caras en las nubes, en las manchas y por todas partes: así es nuestra naturaleza. El cerebro desarrolla esta capacidad sin aparente esfuerzo y por eso nos resulta en general relativamente fácil detectar cuándo una persona que conocemos está, por ejemplo, preocupada. (más…)

Ingeniería y salud

Sobre los grandes retos tecnológicos del siglo XXI

Buena parte de los problemas y aspiraciones de la humanidad exigen una solución tecnológica. La National Academy of Engineering de EE UU ha elaborado una lista de los Grandes Desafíos de la Ingeniería para mejorar la calidad de vida de la gente en el siglo XXI. Estos retos tienen que ver con cuatro grandes áreas de interés: la sostenibilidad del planeta (por ejemplo, hacer asequible la energía solar y hacer viable la fusión nuclear), la seguridad (informática, nuclear, biológica), la “alegría de vivir” (mejorando, por ejemplo, la enseñanza personalizada) y, cómo no, la salud. De los 14 retos pendientes de una solución tecnológica que figuran en la lista, hay al menos tres o cuatro relacionados con la salud: desarrollar mejores medicamentos, impulsar la informática médica, garantizar el acceso al agua potable y conocer el cerebro para impulsar la inteligencia artificial.

Buena parte de los éxitos de la medicina del pasado siglo descansan en avances tecnológicos e ingenieriles. A pesar de todas las críticas –merecidas muchas de ellas– sobre la deshumanización de la medicina a manos de la tecnología, los cierto es que buena parte de los progresos médicos en la lucha contra la enfermedad serían inimaginables sin el concurso del diagnóstico por la imagen, de los antibióticos y otros medicamentos, de la microcirugía, del láser, de la informática, de la ingeniería genética y de tantos otros desarrollos tecnológicos. Lo que ahora se espera de la ingeniería en el campo de la salud casi desborda la imaginación: pensemos por ejemplo en las prótesis biónicas (por ejemplo, una mano artificial capaz de moverse con los estímulos eléctricos del cerebro y devolver información sensorial) o en las posibilidades de la ingeniería genética o la nanotecnología. Son tantas las posibles aportaciones de la ingeniería que, a primera vista, lo que sorprende es que algunos de estos retos no hayan sido incluidos por el panel de ingenieros y científicos que han elaborado esta lista durante un año (en el panel figuran, entre otros, Craig Venter, el cofundador de Google Larry Page y Bernadine Healy, ex directora de los National Institutes of Health de EE UU).

Así, el biólogo molecular Attila Chordash, uno de los bloggers de Nature, echa en falta en esta lista un aspecto clave como es la prolongación de la duración de la vida humana, según cuenta en su blog Pimm: Partial immortalization. Y otros pueden echar en falta retos como la creación de órganos bioartificiales o la regeneración de una médula espinal seccionada. Sin duda, la bioingeniería va a lograr desarrollos espectaculares en los próximos años, pero si bien se piensa la solución de antiguos problemas relacionados con la salud, como el acceso universal al agua potable, a las energías limpias o a la información médica, son desafíos mayúsculos. Parecen retos menores, pero como ocurrió en el pasado con la higiene y el alcantarillado, son estos logros básicos los que más pueden contribuir a la supervivencia y la calidad de vida.

Neuroentelequias

Sobre el abordaje técnico y científico del cerebro

La pasión por la tecnología en los laboratorios de investigación no es muy distinta a la que suscita en la calle la electrónica de consumo. La moderna cacharrería al servicio de la ciencia no sólo no tiene nada que envidiar a los espectaculares juegos de las videoconsolas, sino también la ilusión de realidad es mayor entre los científicos, empecinados como están en el abordaje del hombre y del cosmos con sus cada vez más espectaculares y fantásticos artilugios. En el ámbito del cerebro, considerado por casi todos los científicos como la última y más apasionante frontera del conocimiento, las modernas técnicas de imaginería funcional cerebral son una fuente inagotable de nuevas investigaciones. La posibilidad que brindan de “observar” la caja negra del cerebro humano mientras piensa, habla, siente o realiza  cualquier sencilla o compleja actividad está permitiendo investigaciones hace poco impensables. Con sus nuevos juguetes, como la fMRI (resonancia magnética funcional), la SPECT (tomografía computada por emisión de fotón único), la TPE (tomografía por emisión de positrones), la MEG (magnetoencefalografía), MRS (espectroscopía por resonancia magnética) y otras técnicas de neuroimaginería funcional, los investigadores acarician la posibilidad de desentrañar las bases biológicas de la razón y la emoción, y hasta de la conducta y la voluntad.

Lo que muestran todas estas imágenes funcionales es ciertamente deslumbrante, porque nos permiten adentrarnos en el cerebro en acción de un hombre concreto. Con las técnicas de neuroimagen se están realizando trabajos de lo más variado, por ejemplo uno que sugiere que la timidez es un rasgo del temperamento estable en el tiempo (Science, 20 de junio de 2002: Inhibited and Uninhibited Infants «Grown Up»: Adult Amygdalar Response to Novelty) y otro que alumbra un área de estudio tan singular como la llamada neuroeconomía o estudio de las bases neurológicas de las decisiones económicas (Science, 20 de junio de 2002: The Neural Basis of Economic Decision-Making in the Ultimatum Game). Entre las imágenes funcionales y las conclusiones de estos y similares trabajos media un abismo de incertidumbre, y produce escalofríos sólo de imaginar la enorme cantidad de factores que pueden influir en los resultados o lo que puede estar pasando por la cabeza de las personas mientras son estudiadas. El trágico cascarrabias de Arthur Schopenhauer ya advirtió en 1836, en su obra Sobre la voluntad en la naturaleza, contra la amenaza del ese “grosero y torpe materialismo, en que no es lo más escandaloso la bestialidad moral de los últimos resultados, sino la increíble ignorancia de los primeros principios, ya que se niega la fuerza vital y se rebaja la naturaleza orgánica a ser un juego casual de fuerzas químicas”. Para los neuroescépticos no todo se reduce a un juego de fuerzas químicas o físicas, pero bien podría ser que los modernos juguetes para estudiar el cerebro nos ayudaran a esclarecer esta entelequia.