On the unexpected beauty of images produced by neuroscience

Photo: On the left, Tunisian Gardens (Paul Klee). On the right, hippocampal neurons of a mouse (Jean Livet).[divider_flat]

[divider_flat] Algunos quizá reconozcan la acuarela de Paul Klee (Jardines tunecinos, 1919). ¿Pero qué es la extraña y sugerente imagen de tonos fluorescentes de al lado? Parece una bandada de cometas de llamativos colores, con sus largas colas entremezcladas, que aterrizan en el suelo. O quizá sean peces fluorescentes que buscan comida en el fondo marino. Una mirada médica podría ver espermatozoides en plena carrera para fertilizar el óvulo o un bosque de bulbos pilosos coloreados. También podrían ser lánguidas hojas cayéndose en un bosque de ensueño. O simplemente globos de colores. Quién sabe, el acto de ver es tan personal que cada uno ve lo que ya conoce de antemano. Es lo que tiene la pintura abstracta, que nos acaba llevando hacia nosotros mismos.

En realidad, la fría y serena belleza de este cuadro no es nada abstracta, sino la imagen real de las neuronas del hipocampo de un ratón coloreadas con una ingeniosa técnica, denominada Brainbow (un portamanteau de brain, cerebro, y rainbow, arco iris), que permite que las células de los ratones transgénicos expresen cerca de un centenar de colores fluorescentes distintos. La técnica Brainbow, ideada por Jeff W. Lichtman y Josh R. Sanes, del Departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad de Harvard, puede significar una aportación muy valiosa para visualizar las neuronas y los circuitos cerebrales. Pero, al margen de su utilidad científica, las imágenes Brainbow, dadas a conocer en un artículo publicado en Nature el 1 de noviembre de 2007,  tienen la belleza inusitada de muchos hallazgos de la neurociencia. Aun sabiendo lo que representan las imágenes, o quizá precisamente por ello, tienen un atractivo especial. «Lo bello es simplemente la estructura del cerebro», decía Lichtman en la revista Nature (doi:10.1038/457524a). «Todo lo que hice fue hacer visible la estructura». Esta idea nos recuerda el lema de la casa Zeiss, uno de los principales fabricantes de lentes y microscopios: «Lo hacemos visible» (We make it visible). Pero también nos trae a la memoria lo que decía Paul Klee que era la función del arte: «Hacer visible lo invisible».

Ciencia, técnica y arte se dan la mano en muchas de las modernas imágenes producidas por la neurociencia. Como si fueran cuadros o paisajes abstractos, las células de Purkinge del cerebelo, los bosques de lianas de la corteza cerebral, los fuegos artificiales de las fibras musgosas y tantas otras imágenes microscópicas obtenidas con diversas técnicas sorprenden al científico por sus cualidades plásticas. Una exposición promovida en 2006 por el neuroanatomista Javier de Felipe, titulada Paisajes neuronales y ampliada en un libro del mismo título, ha recorrido desde entonces varias ciudades y ha abierto los ojos a mucha gente sobre la inusitada belleza de las imágenes del cerebro. Entre la microfotografía Brainbow y la acuarela de Paul Klee hay sin duda un abismo técnico y de intenciones. Pero contempladas juntas podemos percibir una vibración común que remite a alguna imagen interior o ancestral.

Foto: A la izquierda, Jardines tunecinos (Paul Klee). A la derecha, neuronas del hipocampo de un ratón (Jean Livet).