Sobre los textos de medicina que más me han enseñado y estimulado

[divider_flat] Estudiar la carrera de medicina te obliga a leer y asimilar miles de páginas sobre diferentes disciplinas preclínicas y clínicas. Y eso es sólo el principio: lo más exigente empieza después, porque la dedicación a la medicina exige una actualización permanente que no tiene parangón con ninguna otra profesión, como decía Richard Smith en una entrevista que le hice hace una década, cuando era director del British Medical Journal.

Dedicarse a cualquiera de las especialidades clínicas o a la investigación, pero quizá también a la economía de la salud o a la comunicación y las humanidades médicas, implica codearse con muchas y muy diferentes lecturas. Esta intimidad nos lleva a veces a establecer una relación sentimental con algunos libros. Si tuviera que elegir los que más me han enseñado y estimulado, señalaría estos tres porque, entre otras cosas, son libros que a mi me hubiera gustado escribir.

El primero es Sofismas y desatinos en medicina. La versión española de Follies and Fallacies in Medicine, del genial médico checo Petr Skrabanek (escrita en colaboración con James McCormick, entonces presidente del Irish College of General Practitioners), se publicó en 1992 y cayó en mis manos al año siguiente.  La inteligencia y el entusiasmo desmitificador del iconoclasta Skrabanek agudizaron en mí un sentido crítico imprescindible para escribir sobre los avances o supuestos avances de la investigación y las complejidades de los estudios médicos. Los sofismas de la prevención, la peligrosa confusión entre riesgos absolutos y relativos, las extrapolaciones inadecuadas, la distinción entre asociaciones y causas son sólo algunos de los muchos asuntos médicos sobre los que este editorialista de The Lancet aplicó su preciso bisturí.

He citado en contadas ocasiones al bueno de Skrabanek, pero sus lecciones me han guiado y estimulado desde que lo conocí. En la presentación de Sofismas, los autores reconocían padecer escepticemia, un “trastorno raro y generalizado de baja infectividad”, del que decían: “Nos sentimos felices de presentarla, pues creemos que es un estado de promoción de la salud que nos agradaría contagiar a otros”. En mi caso, quedé contagiado de inmediato y por eso llamé Escepticemia (aquí cuento su historia) al blog que empecé en 1999.

El Diccionario crítico de dudas inglés-español de medicina, de Fernando A. Navarro me acompaña desde hace años como un amigo ilustrado y condescendiente con las flaquezas de mi inglés. Para quien como yo lee a diario literatura médica en inglés y escribe a partir de esas fuentes, este libro representa un punto de apoyo seguro y fiable. Me ha ayudado en muchas ocasiones a deshacer entuertos idiomáticos (una mala traducción es siempre un agravio) y a confirmar o descubrir las falsas apariencias de las palabras en otro idioma (o incluso en el propio). Me gusta el Navarro porque siendo un excelente compendio razonado de dudas para traductores y redactores médicos es mucho más que eso. Para mí es un remanso de cultura y una invitación a conocer la vida de las palabras.

Finalmente, le tengo un aprecio especial a The Trouble with Medical Journals y a su autor, Richard Smith. Reconozco que un libro como este, en el que el lúcido exdirector del British Medical Journal cuenta las interioridades de las revistas médicas, sus grandezas y servidumbres, puede no interesar a muchos médicos. Pero a mi me parece un libro necesario para entender las complejidades actuales de la investigación y las intervenciones médicas, los nuevos roles de clínicos y pacientes, y los intereses que condicionan el flujo de información médica desde los investigadores a los médicos y la ciudadanía.

A algunos puede resultarles extraña esta selección personal, quizá porque el periodismo médico no deja de ser una extraña especialización médica. Pero hay muchas maneras de ser médico y seguro que entre los libros más queridos por otros habrá joyas insospechadas que puede valer la pena compartir. ¿Cuáles son los tuyos?