Sobre la investigación básica en el sida y el futuro de las vacunas

Durante la última década y media, conseguir una vacuna preventiva fue el principal y gran objetivo de la investigación global contra el sida. Sigue siéndolo, pero de otra manera, con una urgencia más realista y, sobre todo, con mucha mayor consciencia de la dificultad del empeño científico. Desde que la farmacéutica Merck dijo hasta aquí hemos llegado en septiembre de 2008 y suspendió el ensayo clínico Step, el más prometedor y avanzado con un prototipo de vacuna preventiva contra el sida, los investigadores parecen haber puesto una distancia casi sideral con este anhelado objetivo. Nadie da hoy un duro porque tengamos un tratamiento preventivo en los próximos años.

Una de las voces más autorizadas, la francesa Françoise Barré-Sinoussi, descubridora del HIV en 1983 y última premio Nobel de Medicina o Fisiología, ha dejado bien claro en su reciente visita a España que la búsqueda de una vacuna preventiva no es hoy por hoy un objetivo alcanzable con los conocimientos inmunológicos actuales. Y aunque los científicos no se rinden, se sienten incapaces de dar plazos. El azar ha sido sin duda un factor importante en el hallazgo de algunas vacunas eficaces contra otras enfermedades, y eso es algo que nunca puede desdeñarse, pero para desarrollar un prototipo plausible hace falta conocer mucho más la fisiopatología de la infección por el HIV. Gracias a la investigación internacional de los últimos 25 años, el minúsculo virus del sida, de apenas 100 nanómetros de diámetro, se ha convertido en uno de los organismos víricos mejor conocidos. Pero esto no parece suficiente para desarrollar una vacuna: hace falta conocer a fondo los procesos que se producen cuando el virus entra en el organismo humano y ataca las células defensivas. La endemoniada peculiaridad del HIV es que, cuando pasa a la sangre y entra en contacto con las células defensivas, las inutiliza mediante una serie de señales que alteran su respuesta. Hoy por hoy se desconocen con detalle cuáles son estas señales víricas que alteran la respuesta normal de los linfocitos y dejan al cuerpo inerme frente al virus. Y en este estado de cosas, resulta imposible diseñar un modelo de vacuna.

Para conocer qué tipo de respuesta inmunológica habría que inducir mediante una vacuna hace falta primero entender mejor cómo se alteran las barreras y células defensivas al interactuar con el HIV. Y eso sólo se conseguirá profundizando en la inmunología, intensificando la investigación de laboratorio y promoviendo una visión multidisciplinar e integradora, según Barré-Sinoussi y otros destacados investigadores del sida. La comunidad científica internacional es consciente de que queda mucho trabajo por hacer en investigación básica, pero sabe también que desentrañar la acción del HIV sobre las células humanas puede ser la clave para entrar en una nueva era en el desarrollo de vacunas. Si se consigue, podría lograrse no sólo una vacuna eficaz frente al sida sino también contra otras enfermedades infecciosas.