Sobre las expectativas y la regulación de la genómica personal

[divider_flat] Por estas fechas se cumple un año de la salida al mercado de los primeros servicios de genómica personal. 23andMe y Decode Genetics pasan por ser las dos primeras empresas en vender análisis del propio genoma a partir de células presentes en una muestra de saliva remitida por correo y a un precio relativamente asequible (399 dólares en el caso de 23andMe y 985 dólares en el caso de DecodeMe, el servicio de genómica personal de Decode Genetics). Lo que ofrece la publicidad de ambas compañías es nada más y nada menos que una estimación del riesgo genético –basada en lo más reciente y granado de la literatura científica– de padecer varias decenas de enfermedades y predisposiciones, así como pistas sobre los propios ancestros y las similitudes y diferencias con otras personas que también se hayan hecho un escáner genético. Si esto es así, ¿quién puede negar el interés de esta información?

El producto es sin duda atractivo, y las dos empresas compiten ferozmente por dominar un mercado que presumiblemente va a tener un gran auge en los próximos años. La competencia empieza por proclamar quién fue el primero que ofreció servicios de genómica personal y pasará por ello a la historia. Según el biólogo molecular Attila Chordash, autor del blog Pimm: Parcial Immortalization, DecodeMe fue lanzado el viernes 16 de noviembre de 2007, mientras que 23andMe salió tres días después, aunque es éste último el que ha merecido el premio al mejor invento del año de la revista Time hace unos días. La información genética que ofrecen ambas compañías es probablemente ajustada al conocimiento científico actual, pero una cosa es saber qué variaciones tiene el genoma de una persona, es decir, qué letras están cambiadas, duplicadas o ausentes en la larga secuencia de 3.000 millones de letras del genoma, y otra muy diferente saber qué significan esas diferencias. Con los nuevas tecnologías cada vez es más fácil, rápido y barato escanear el genoma e incluso secuenciarlo completamente, y parece que esto será algo rutinario en el plazo de cinco años. Ahora bien, de ahí a anticipar la salud de una persona –y no digamos aplicar esta información en la prevención y el tratamiento– hay un largo trecho al que no se le puede poner fecha.

La medicina personalizada está aquí, pero sólo de una manera incipiente. Para muchos de los científicos reunidos en el primer congreso de genómica personal, celebrado en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York el mes pasado, este evento les parecía prematuro. Hoy por hoy, más que conocimiento lo que se tiene y se puede ofrecer es una vaguísima idea. Pero como hizo notar en este congreso el bioético Robert Cook-Deegan, el genio de la genómica personal está ya fuera y los científicos no pueden devolverlo a la botella. Y como los avances y nuevos productos genéticos van a inundar el mercado en los próximos años, además de invocar la prudencia es necesario designar un sheriff para regular y poner orden en este nuevo territorio.