Sobre el efecto nocivo de la mala información médica

Las información médica puede afectar gravemente a la salud. Esta advertencia suena un tanto exagerada y provocadora, pero lo cierto es que la información médica, cuando no es rigurosa, ponderada y completa, no ayuda en absoluto a los ciudadanos a tomar decisiones sobre su salud. Por lo que se empieza a saber, las noticias periodísticas sobre fármacos, pruebas y otras intervenciones médicas no son todo lo buenas que cabría desear. Y no lo son porque una amplia mayoría de las informaciones descuidan aspectos tan importantes como los costes, los beneficios, los efectos adversos, la existencia de opciones alternativas o la evidencia científica en la que se basan las afirmaciones.

En EE UU, entre el 62% y el 77% de las informaciones sobre tratamientos y otras intervenciones médicas son deficientes, según un análisis realizado por la Universidad de Minnesota y publicado en el número de mayo de la revista PLoS Medicine. El estudio, dirigido por Gary Schwitzer, se ha realizado con medio millar de informaciones sobre la eficacia o seguridad de algún fármaco, intervención o prueba publicadas o emitidas en los principales medios de comunicación de EE UU durante 22 meses (los 50 periódicos de mayor circulación, los tres principales semanarios –Time, Newsweek y U.S. News & Report–, la agencia Associated Press, y tres cadenas de televisión: ABC, CBS y NBC). Sólo una tercera parte de las piezas periodísticas analizadas cumplían las 10 condiciones informativas que cabe exigir a una información sobre tratamientos y otras intervenciones, desde la explicación de los riesgos y beneficios a sus costes y disponibilidad, de acuerdo con una metodología de investigación sobre la calidad periodística desarrollada en Australia por Media Doctor Australia y que después se ha aplicado en Canadá y EE UU. Al margen de su formación, los periodistas médicos no informan bien, en general, por falta de tiempo para preparar el tema y de espacio informativo para desarrollarlo, lo que conduce a que se dejen por el camino algún aspecto importante de la información que puede desvirtuarla. Por eso, el propio Schwitzer sostiene, con razón, que “si un medio no puede conceder a una información el espacio o tiempo suficientes como para cubrir todos los aspectos necesarios, entonces es preferible no publicarla o emitirla”.

La mala información médica no se traduce necesariamente en decisiones de salud equivocadas, pero se acompaña de otros efectos nocivos: confunde su capacidad de manejar mensajes contradictorios, promueve su descreimiento y, a la postre, le genera anticuerpos frente a todo tipo de informaciones, incluso las de calidad. Las noticias de salud interesan mucho al ciudadano, según revelan todas las encuestas, y por eso los medios generalistas les prestan una atención relevante. Pero si no las abordan con completitud le están prestando un flaco servicio. Al escamotearle información relevante es como si, en un documento, le impidieran leer la letra pequeña.