Sobre los cambios que perfilan un nuevo escenario de salud

[divider_flat] Nunca se ha hablado tanto de salud como ahora. En eso podemos estar todos de acuerdo, pero lo cierto es que internet ha amplificado tanto todos los asuntos que quizá no sea éste un buen punto de partida para esbozar la gran mutación que está experimentando la medicina en este cambio de siglo, las nuevas actitudes de médicos y pacientes, y esa nueva y difusa idea de salud que se está infiltrando en este enredado y globalizado mundo. Porque –y en esto también podemos estar de acuerdo– la medicina ya no es exactamente lo que era, lo que ha sido durante siglos: el arte de curar y consolar al enfermo. Ahora, en cambio, podemos apreciar cómo la medicina ha extendido su arte de curar hasta las llamadas enfermedades inventadas y cómo los enfermos ya no le piden al médico consuelo sino que le exigen soluciones para todos los males.

Este par de detalles ya nos indican claramente que estamos ante algo diferente, pero si nos fijamos bien podemos observar otros muchos. Reparemos, por ejemplo, en cómo se miran a la cara médicos y enfermos: esa mirada horizontal impropia del tradicional paternalismo, a veces incluso desafiante, es ciertamente un rasgo inédito y cada vez más frecuente. O pensemos en cómo el cuerpo no sólo ha dejado de ser algo de una pieza y permanente, sino que además se ha convertido en una mina de moléculas de interés comercial. O en cómo la medicina se ha sumado al gusto por el espectáculo tan característicos de nuestro tiempo, y hace abundantes alardes (el más difícil todavía) de su poder y sus conquistas, como cuando exhibe un robot cirujano en acción, cuando muestra las innumerables posibilidades de una microcámara inyectable, cuando extrae un riñón por la vagina o cuando comunica tantos otros espectaculares avances. O caigamos en la cuenta de cómo se han disparado las expectativas de bienestar atribuidas a la medicina, a la vez que las exigencias de soluciones médicas para todo tipo de problemas. O reparemos, en fin, en cómo la medicina se ha infiltrado en muchos discursos, aparentemente ajenos a ella, desde el del consumo al del arte, y cómo aparece resuelta por todos los rincones, ya sea cuando se habla de fútbol o de videojuegos.

La medicina de hoy ha recogido en cierto modo el testigo de la religión para colmar algunas de las aspiraciones humanas. Este trasvase de poder de la religión a la medicina discurre en paralelo al que se ha producido de los médicos a los pacientes, y en ambos casos ha venido propiciado por la tecnología. La medicina tecnológica de hoy es, efectivamente, más poderosa y eficaz, pero padece ciertas añoranzas, por ejemplo de la empatía de antaño. Antes de prejuzgar si es bueno o malo el nuevo rumbo de la medicina, inmerso por otra parte en un cambio social más amplio como el que dibuja Alessandro Baricco en su ensayo Los bárbaros, conviene reparar en los múltiples detalles que dibujan el cambio de escenario. Sólo si comprendemos lo que está cambiando en la salud y la medicina podremos modular esta mutación.