Sobre la falta de sueño y su efecto negativo en la salud

[divider_flat] No es necesario que ningún estudio médico nos diga lo mal que uno se siente cuando se está mal dormido o, a la inversa, lo bien que uno se encuentra después de una buena noche de sueño. Todos tenemos experiencias propias. Sin embargo, cada vez hay más investigaciones que indican que dormir bien y durante un número suficiente de horas es uno de los pilares básicos de la salud (junto con el ejercicio físico y una dieta saludable), mientras que muchos otros estudios relacionan la falta de sueño con una lista creciente de problemas médicos: diabetes, hipertensión, ictus, inflamación, infarto de miocardio, estrés, obesidad e incluso cáncer.

Muchas personas, no necesariamente insomnes, van tirando con cinco o seis horas de sueño durante los días laborables salteadas con algún que otro atracón de sueño el fin de semana. Pero quedarse dormido en el cine o leyendo un libro, dar cabezadas en una reunión o cuando se viaja en coche son señales inequívocas de que uno no duerme lo suficiente. Las encuestas indican que, después de la infancia, poca gente descansa las horas necesarias para dejar a punto el cuerpo y la mente para una nueva jornada; y muestran además que la duración media del descanso nocturno se ha reducido lenta pero inexorablemente en el último siglo en los países occidentales. Todos dormimos por término medio menos que nuestros abuelos. Para los adolescentes esto es especialmente grave, pues necesitan más horas de descanso y tienen que madrugar en una época en la que su reloj biológico está retrasado (se acuestan más tarde por la noche y, por tanto, necesitarían levantarse más tarde). Diversos estudios han mostrado que los adolescentes mal dormidos tienen peor humor y más sentimientos depresivos, más problemas de concentración y peores notas. El Programme for International Student Assessment (Informe PISA) de la OCDE no considera las horas que duermen los alumnos, pero quizá valdría la pena que valorara hasta qué punto el rendimiento académico se correlaciona con el descanso nocturno. Durante el sueño, el cerebro realiza unas funciones que no puede hacer en la vigilia. Con la falta crónica de sueño, todo el cuerpo se resiente y pueden aparecer problemas a todas las edades.

Si hacemos caso a algunos estudios, los adultos que tienen un mejor estado de salud son los que duermen entre siete y ocho horas diarias. Otras investigaciones han puesto de manifiesto que quienes duermen muy poco o demasiado tienen mayor riesgo de sufrir una cardiopatía y un índice de mortalidad más elevado. Faltan sin duda más y mejores investigaciones para confirmar los efectos negativos de la falta de sueño en la salud que sugieren estos estudios preliminares. Quizá no sea una casualidad que todas estas enfermedades modernas, desde la obesidad y el síndrome metabólico al infarto de miocardio y el cáncer, estén en su apogeo precisamente en el momento de la historia en el que los seres humanos andan más somnolientos.