Sobre las múltiples caras de una molécula demonizada

[divider_flat] Al colesterol le ha tocado el papel de malo en esa película sobre la salud cuyo guión lo escriben día a día y mano a mano investigadores, médicos y medios de comunicación. De poco sirve recordar que es una molécula esencial para la vida, pues tanto el papel de malo como el de bueno (piénsese, por ejemplo, en las vitaminas o los antioxidantes) parecen imprimir carácter. Aunque los guionistas diferencian un colesterol bueno de otro malo, la audiencia no está para refinamientos. Algunos creen que la cruzada contra el colesterol es desproporcionada, y llaman la atención sobre algunos estudios para revisar la consideración de una sustancia de la que todavía queda mucho por conocer.

En uno de estos estudios, publicado en la revista Pediatrics de octubre, se confirma que los niveles elevados de colesterol se asocian con un mayor riesgo de partos prematuros. Pero lo sorprendente es que los niveles bajos de colesterol también se asociaban con un mayor riesgo de partos prematuros o el nacimiento de bebés de bajo peso. De las 1.058 mujeres evaluadas, tuvieron un parto prematuro el 5% de las que tenían niveles de colesterol moderado (de 159 a 261 mg/dl) frente al 21% de las que tenían unos niveles bajos de colesterol sanguíneo (menos de 159 mg/dl). Probablemente son pocas mujeres para sacar conclusiones firmes, pero el estudio apunta que tan perjudiciales pueden ser los niveles demasiado altos como los demasiado bajos durante el embarazo, un periodo en el que este lípido es esencial para el desarrollo de la placenta y del propio bebé, incluido su cerebro. Otra investigación, publicada en el número del 31 de julio en el Journal of the American College of Cardiology, ha sacado a la luz otra sorprendente asociación epidemiológica: los bajos niveles de colesterol malo se asocian con un mayor riesgo de cáncer. Los investigadores pretendían averiguar por qué las estatinas usadas para bajar el colesterol producen algunos efectos secundarios, en especial la lesión de las células hepáticas y musculares, y se encontraron con un caso adicional de cáncer por cada 1.000 pacientes con bajos niveles de colesterol LDL, en relación con las personas con niveles de colesterol superiores. Aunque está por demostrar que la reducción del colesterol produzca cáncer, este estudio plantea al menos algunas dudas sobre el buen uso de las estatinas.

La consideración de los niveles elevados de colesterol como uno de los principales factores de riesgo cardiovascular está sobradamente demostrada y no va a cambiar por unos pocos datos. Sin embargo, estos y otros estudios similares sí deberían servir de alerta ante el encarnizamiento terapéutico para reducir los niveles de colesterol a toda costa, un objetivo que parece importante conseguir en prevención secundaria pero que en prevención primaria podría ser discutible. El colesterol, como la glucosa o cualquier otra molécula esencial para la vida, no es ni bueno ni malo si está dentro de unos parámetros. Pero las demonizaciones suelen tener efectos secundarios.