Sobre la idea de una guía visual para promover el ejercicio

[divider_flat] La creación, hace ya más de una década, de la famosa pirámide de la alimentación del Departamento de Agricultura del Gobierno de EE UU, fue sin duda una gran idea. Traducir toda la complejidad del acto de alimentarse en unas pocas recomendaciones es un gran desafío, teniendo en cuenta la amplitud de los conocimientos sobre nutrición y salud, y la enorme variedad de alimentos disponibles. Sintetizar todas estas recomendaciones en una guía visual fácil de entender es todavía un reto mayor. Por eso, el acierto de la pirámide es que permite conocer de un vistazo qué y cuánto se debe comer de cada grupo de alimentos y cuáles son los pilares básicos de la alimentación, permitiendo además adaptar la fórmula piramidal a los diversos grupos humanos y perfeccionarla con los avances de la investigación. La prueba del éxito de la pirámide es que ha sido abundantemente copiada y adaptada, desde la pirámide del peso saludable de la Clínica Mayo hasta el rombo de la alimentación (una pirámide desdoblada) de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. Ante la oleada de obesidad que recorre el mundo, podría pensarse que estas recomendaciones sirven de bien poco, pero probablemente las cosas estarían peor sin ellas. Además, la obesidad y el sobrepeso dependen tanto de lo que se come como de la actividad física que se realiza. Quizá por eso, la idea de la pirámide de la alimentación se quiere trasladar ahora al campo del ejercicio físico, según anunció a finales de octubre el director del Departamento de Salud y Servicios Sociales de EE UU. El objetivo es, asimismo, resumir visualmente los conocimientos más recientes sobre actividad física y salud en una serie de recomendaciones para concienciar a la población de que la actividad física es vital.

Por más que las máquinas diseñadas por el hombre, desde la escalera mecánica al ordenador, nos impulsen al sedentarismo, lo cierto es que esa otra máquina que es el cuerpo humano está diseñada para moverse. La investigación biomédica lo tiene cada vez más claro: la actividad física es uno de los pilares del bienestar general y de la prevención de enfermedades, como la hipertensión arterial, la diabetes, la enfermedad coronaria, el ictus, la osteoporosis, la artritis, el cáncer, la depresión y otros trastornos mentales. El nivel de rendimiento de una persona que realiza ejercicio físico de forma regular es comparable al de una otra 10 o 20 años más joven, e incluso por encima de los 80 años los beneficios de la actividad física son muy apreciables. Siempre es mejor hacer un poco de ejercicio que no hacer nada, y la clave, como muestra la investigación, no es tanto hacer un ejercicio muy vigoroso como en ser regular e incorporar la actividad física y, si es posible, un entrenamiento más estructurado a la vida cotidiana. Hasta finales de 2008 no sabremos si la idea de elaborar unas guía para el ejercicio físico se materializará en otra pirámide o, por qué no, en una saludable escalera. Tanto da, lo que importa es que promueva el ejercicio.