Sobre la necesidad de repensar los valores de la medicina

La medicina, ¿es una actividad humanística con un componente científico o una actividad científica con un componente humanístico? Este tipo de preguntas no tienen respuesta clara, pero obligan a repensar qué es la medicina y cuáles son sus fines. Pocas actividades humanas se repiensan tanto a sí mismas como la medicina, pocas han cambiado tanto la vida de los hombres y quizá ninguna como ella necesita con tanta urgencia reformular sus objetivos ante los avances de la ciencia y ante los imperativos económicos y éticos que los acompañan. No todo lo posible es deseable y además tampoco es sostenible económicamente. El debate sobre el aumento constante de la demanda de asistencia sanitaria en los países desarrollados gira habitualmente en torno a los medios –técnicos, humanos, económicos, organizativos, etc.– de la medicina y la asistencia, como si la crisis del sistema sanitario fuera ajena al propio concepto que tenemos de la medicina. Sin embargo, el debate teórico sobre los fines de la medicina resulta a la postre de lo más práctico, pues la reformulación de los viejos fines permite establecer límites y prioridades. En este sentido, la definición de salud de la OMS de 1947 como un estado de completo bienestar físico, mental y social ha resultado ser de lo más perniciosa al ampliar casi ilimitadamente el campo de acción de la medicina y posibilitar que algunas personas crean, casi con fervor religioso, en la salud absoluta.

Pero ni existe la salud absoluta ni existe la posibilidad infinita de mejorar la salud, puesto que la medicina puede conquistar algunas enfermedades pero estas serán sustituidas por otras y la muerte sólo se puede posponer, no evitar. La actual preeminencia del modelo biomédico ha llevado a desatender la función humanitaria y de cuidados, el tratamiento del dolor y el sufrimiento, la asistencia integral del enfermo y no sólo de sus partes enfermas, la dimensión poblacional de la salud y la comunicación con el enfermo, entre otras responsabilidades de la medicina. El prestigioso Hastings Center de Nueva York ha consensuado en un documento sobre los fines de la medicina (traducido al español por la Fundación Víctor Grífols i Lucas) estos cuatro: la prevención de la enfermedades y lesiones y la promoción y conservación de la salud; el alivio del dolor y el sufrimiento causados por males; la atención y curación de los enfermos y los cuidados a los incurables, y la evitación de la muerte prematura y la búsqueda de una muerte tranquila, a la vez que recordaba que “una medicina que procura ser al mismo tiempo honorable, moderada, asequible, sostenible y equitativa debe reflexionar constantemente sobre sus fines”. Redefinir los fines de la medicina es, en cierto modo, redefinir sus límites. Como el poder de la medicina siempre es limitado y no todas sus posibilidades son aceptables y asumibles, es necesario ir más allá del simple debate sobre la organización y financiación de los sistemas sanitarios, y acometer con serenidad y buen juicio el de los sus fines y confines.