Sobre la unidad de las ciencias naturales y sociales

[hr]La paternidad del término consilience (traducido por algunos como consiliencia) es la misma que la de scientist: el científico y pensador británico William Whewell. En su libro La filosofía de las ciencias inductivas, de 1840, Whewell acuñó consilience como “la inferencia que ocurre cuando una inducción, que se obtiene de una clase de realidades, coincide con otra inducción, que surge de una diferente clase de realidades”. Sin embargo, quien ha popularizado la idea de consilience, que significa literalmente “juntarse de un salto” y alude a la unificación de ciencias y humanidades, ha sido el zoólogo estadounidense Edward O. Wilson, uno de los padres de la sociobiología, con la publiación en 1998 del libro Consilience: la unidad del conocimiento (Galaxia Gutemberg, 1999). En la portada de la edición original aparecen imágenes de un compás, de un insecto y de El beso de Auguste Rodin enlazadas entre sí para evocar la confluencia de todas las ramas del conocimiento, en un esfuerzo comparable al de los enciclopedistas del siglo XVIII. Pero de lo que se trata ahora, según Wilson y otros, no es tanto de agrupar el conocimiento como de tender puentes interdisciplinarios entre naturaleza y sociedad, entre biología y cultura, entre mente y materia.

La idea de superar definitivamente la dicotomía cartesiana entre cuerpo y alma la abordan hoy cuatro nuevos campos de investigación, según postulaba Steven Pinker en una conferencia de 1999 titulada La tabla rasa, el buen salvaje y el fantasma en la máquina (Paidós, 2005).  Estos cuatro campos que pretenden ofrecer una explicación científica de la mente y la naturaleza humana son la ciencia cognitiva (una disciplina que surgió en la década de 1950 por la unificación de la psicología, la lingüística, la informática y la filosofía de la mente), la neurociencia (el estudio de las bases neurales del pensamiento, la conciencia y la emoción), la genética del comportamiento y la psicología evolutiva (el estudio de la filogenia y la funciones adaptativas de la mente). El título de la conferencia de Pinker es muy significativo, porque alude a tres doctrinas o creencias que se pueden sentir amenazadas por el avance de las nuevas ciencias de la mente: que la naturaleza humana es totalmente maleable, que el mal no tiene su origen no en la naturaleza humana sino en las instituciones sociales y que somos algo aparte de la biología. El reto de la consilience es aunar y poner las cosas en su sitio. Como dice el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, “no se puede entender la naturaleza humana si sólo se la estudia como organismo vivo o bien como ser pensante o reflexivo por otro”.