Sobre las iniciativas para el control de esta epidemia

La actual epidemia de obesidad puede contemplarse como un fracaso de modelo social y de las políticas de salud pública. Esta plaga americana se está extendiendo por toda Europa y es ya casi universal (en China hay 18 millones de adultos obesos, 137 millones con sobrepeso y 64 millones más con síndrome metabólico, según un estudio publicado en JAMA el 13 de abril de 2005), sin que se sepa muy bien qué medidas tomar para frenarla.  En España, con una tasa de obesidad infantil de las más altas de Europa, el problema está tomando unas dimensiones alarmantes. Las graves consecuencias para la salud y los elevados costes económicos derivados del exceso de peso empiezan a preocupar a los gobiernos. ¿Cómo ha podido ocurrir este fenómeno en tan poco tiempo? ¿Qué ha cambiado en la alimentación y en el estilo de vida para que se disparen tanto las tasas de obesidad y sobrepeso? ¿Qué medidas son las más eficaces para prevenir y tratar esta epidemia? Los factores implicados son tan diversos, las posibilidades de acción son tantas, las soluciones propuestas tan diferentes, que la incertidumbre no es exclusiva de los individuos y las familias, sino que alcanza a los expertos y responsables políticos.

Los truismos de que hay que comer menos y hacer más ejercicio chocan en la práctica con infinidad de oposiciones individuales y colectivas. Las obligaciones laborales, la vida en las ciudades, los horarios apretados, la amplia oferta de alimentos procesados de alta densidad energética, las comidas rápidas, el alto precio de la fruta, las disparatadas dietas de adelgazamiento, la publicidad engañosa, los menús desmesurados, la información contradictoria, la escasa educación nutricional y hasta la propia biología, todo parece ir a favor del sobrepeso y la obesidad. ¿Habría que mejorar las ciudades, las zonas para peatones y bicicletas, la política de transportes, las instalaciones deportivas? ¿Habría también que intervenir impositivamente subvencionando alimentos como las frutas y verduras, y gravando otros como la bollería industrial? ¿Habría que mejorar la información nutricional de los alimentos, la educación dietética y sanitaria de niños y adultos, divulgar unos principios básicos para comer bien y evitar el exceso de peso? Se podrían tomar tantas medidas para combatir la obesidad y el sobrepeso que la cuestión es determinar qué es lo prioritario en cada lugar.

Dentro de un par de años habrá respuestas para estos interrogantes cuando culmine el proyecto de investigación Porgrow (Policy options for responding to the growing challenge from obesity: A cross national comparative study), que recogerá opiniones de 180 expertos de diferentes campos relacionados con la alimentación de España y otros ocho países europeos. El objetivo es identificar las mejores iniciativas contra la obesidad para ayudar a planificadores, sanitarios y otros colectivos implicados a tomar medidas para frenar esta epidemia. Falta hace, porque el desafío político es mayúsculo.