Ventanas y ventanucos

Sobre la visibilidad de las revistas científicas españolas

La vitalidad y el empuje del español en el mundo, tan cacareados en estas fechas próximas a la conmemoración del cuarto centenario de la primera parte de El Quijote, no se acaban de percibir claramente en el ámbito de la ciencia. La investigación científica española se ha desarrollado de forma notable en las últimas dos o tres décadas, y en el área de la biomedicina la producción es especialmente relevante, pero por diversos motivos y males endémicos, entre ellos el presupuestario, no ocupa todavía el lugar que le correspondería, tanto por la supuesta pujanza del español como por el nivel general de desarrollo del país. Sobre la influencia de la ciencia que se hace y se escribe en español podría construirse un silogismo que, aunque hace aguas por muchos flancos, es revelador de una carencia fundamental: el producto final de la investigación científica es comúnmente un artículo científico; la mayoría de los artículos científicos de calidad producidos por investigadores españoles van a parar a revistas científicas extranjeras, editadas casi todas en inglés; luego, el primer beneficiario de la inversión española en investigación son las empresas editoriales extranjeras. Y es que una de las grandes carencias de la ciencia española es la de publicaciones científicas de primer nivel, que no sólo atraigan a los mejores artículos nacionales sino que sean también atractivas para los investigadores extranjeros. (más…)

Neurodebates

Sobre la neurociencia como agitadora del debate intelectual[divider_flat]


[divider_flat]La neurociencia se mueve desde hace años en la frontera de la heterodoxia, no sólo en relación con la tradición cultural sino incluso con la propia investigación. Antonio Damasio, uno de los principales neurocientíficos y agitadores del debate intelectual sobre el cerebro, se ha preciado de darle la vuelta al calcetín del «pienso, luego existo» de René Descartes con su «existo, luego pienso», más ajustado a la realidad científica. En su ya clásico libro El error de Descartes, que acaba de cumplir una década, Damasio argumentaba el derribo de la idea cartesiana de la racionalidad como algo puro y preeminente, y sugería además que determinados aspectos del proceso de la emoción y del sentimiento son indispensables para la racionalidad. (más…)

Neuroagitadores

Sobre la neurociencia como agitadora del debate intelectual

[divider_flat]La neurociencia se mueve desde hace años en la frontera de la heterodoxia, no sólo en relación con la tradición cultural sino incluso con la propia investigación. Antonio Damasio, uno de los principales neurocientíficos y agitadores del debate intelectual sobre el cerebro, se ha preciado de darle la vuelta al calcetín del «pienso, luego existo» de René Descartes con su «existo, luego pienso», más ajustado a la realidad científica. En su ya clásico libro El error de Descartes, que acaba de cumplir una década, Damasio argumentaba el derribo de la idea cartesiana de la racionalidad como algo puro y preeminente, y sugería además que determinados aspectos del proceso de la emoción y del sentimiento son indispensables para la racionalidad. (más…)

Información más interpretación

Sobre la educación sanitaria y la iniciativa PatientInform

La información médica para el público vive un auge sin precedentes. No es sólo el amplio y pertinaz despliegue que hacen los medios de comunicación de los avances biomédicos y otros temas relacionados con la salud. A todo esto hay que sumar la descomunal oferta informativa y de consejos médicos que hay en internet, donde la información parece discurrir sin aparente solución de continuidad entre una sociedad médica y una página personal, entre una revista científica y la prensa sensacionalista. El volumen de mensajes circulantes es tan alto que acaba haciendo mella en la población, especialmente en los enfermos, que recurren cada vez más a internet para saciar su sed informativa y apaciguar sus dudas. Pero el proteico conglomerado que encuentran obliga a replantearse continuamente el sentido de la información. Muy a menudo, los consumidores de salud se encuentran con serias dificultades para comprender el problema, formarse una opinión y tomar decisiones informadas. Los médicos tienen aquí, sin duda, un desafío importante, mientras las sociedades científicas ofrecen a los pacientes materiales cada vez mejor elaborados, y la prensa, mejor o peor, asume su trabajo de exégesis de la actualidad. Con todo, entre los enfermos y sus desbordados médicos, hay todavía un gran vacío de información que no acaban de llenar ni los medios de comunicación ni las sociedades médicas y otras organizaciones.

En este contexto, la educación sanitaria de la población representa un desafío mayúsculo para todos los agentes implicados. El problema no es ya tanto el acceso a una información veraz, como su permanente interpretación. Este punto crítico sólo puede acometerse creando sinergias entre los principales proveedores de información biomédica, que son a la vez quienes tienen más recursos para su correcta valoración. ¿Se imaginan lo que podrían hacer juntos por la educación sanitaria los mejores editores biomédicos, las principales sociedades científicas y otras organizaciones de prestigio? Pues bien, ya existe una alianza de esas características para lanzar un ambicioso servicio de información y educación en internet dirigido a los pacientes. La iniciativa se llama PatientInform, y de momento están integradas en ella tres sociedades médicas (la American Heart Association, la American Cancer Society y la American Diabetes Association), una veintena de editores de prestigio (entre ellos, la American Medical Association, el Grupo British Medical Journal, el Grupo Nature y el gigante Elsevier) y la National Library of Medicine, entre otras organizaciones. El proyecto piloto arrancará en la primavera de 2005 en tres áreas (cáncer, diabetes y enfermedad coronaria) con la idea de integrar la actualidad biomédica en materiales creados para los pacientes y ofrecer libre acceso a los estudios originales. Su lema es una simple ecuación: acceso + interpretación = conocimiento + capacidad de decisión. Veremos si su oferta está a la altura de las necesidades y expectativas.

Fervor observador

Sobre la proliferación de observatorios y observaciones

Es muy posible que cualquier cosa sea digna de ser observada, no digo que no. Pero, si se me permite la observación, empieza a haber muchos observatorios, quizá demasiados. Hasta la llegada de internet, las observaciones que se hacían en los observatorios eran mayormente astronómicas o meteorológicas. Desde hace unos años, en cambio, cuando se crea un nuevo observatorio lo más probable es que no se dedique a mirar detenidamente el cielo y las estrellas, sino cualquier otra cosa, asunto o fenómeno: desde el calzado al comercio, desde la familia a la sociedad de la información. Los institutos, centros, academias y demás instituciones consagradas al estudio parecen cosa del pasado. En este mundo globalizado por internet lo que se lleva ahora es el observatorio “de”, “para” o “sobre” lo que sea.

En una rápida observación a vista de pájaro por internet, podemos descubrir el Observatorio de la Violencia de la Fundación Mujeres y el veterano Observatorio Español sobre Drogas, que funciona desde 1997, lo mismo que el Observatorio Europeo de la Televisión Infantil, una entidad que además de observar la televisión pretende conseguir que los programas infantiles sean educativos, formativos y entretenidos. Internet y la cibersociedad son objeto de especial interés observacional, y así, sólo en España podemos encontrar el Observatorio Español de Internet, el Observatorio Español de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información o el Observatorio para la CiberSociedad, “un espacio para la reflexión, la documentación, el análisis y la discusión del ciberespacio y lo cibersocial desde las perspectivas de las ciencias humanas y sociales”. Y por haber, hay hasta un Observatorio sobre las Preferencias Laborales de los Estudiantes de Secundaria. Ni qué decir tiene que la salud es también motivo de la más atenta observación. Los observatorios de la salud han proliferado desde Londres (London Health Observatory) o Liverpool (Liverpool Public Health Observatory) a Nueva Zelanda (New Zealand Public Health Observatory). En España, en los últimos tiempos se han creado, entre otros, el Observatorio de Salud y Mujer, por iniciativa de la Fundación Biblioteca Josep Laporte y la farmacéutica MSD; el Observatorio de Salud en Europa, de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, adscrito a la Escuela Andaluza de Salud Pública, y el Observatorio de Desigualdades de Género en la Salud, de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). El Partido Popular ha pedido incluso, el pasado 18 de noviembre, la creación de un “observatorio del medicamento”.

La existencia de tantos observatorios no es en sí ni buena ni mala. Pero es de suponer que estarán acumulando una cantidad y variedad de observaciones sin precedentes. Como este fervor observador no se contenga, vamos a tener tantos observatorios, observadores y observaciones que nos va a hacer falta un “Observatorio de la Proliferación de Observatorios”. Y a ver qué observa.