Sobre los rasgos y actitudes de los pacientes informados

Entra un paciente en la consulta y, tras los saludos de cortesía con su médico, coloca una grabadora sobre la mesa con la indudable intención de registrar la conversación, el acto médico que está a punto de iniciarse. ¿Cómo reaccionaría el médico? Aunque sin duda esta escena ha ocurrido en más de una ocasión y ha provocado reacciones de lo más variadas, desde la tolerancia indiferente a la recriminación malhumorada, cabe preguntarse si esta conducta del paciente es pertinente. Por un lado, la grabación de la conversación podría ayudar a recordar las palabras del médico, pero por otro lado algunos facultativos podrían sentirse intimidados y reaccionar a la defensiva, por lo que el asunto de la grabadora debería ser negociado entre las partes. En cualquier caso, lo más probable es que una gran mayoría de médicos catalogaría a este paciente como un enfermo problemático. Y, sin embargo, podrían estar equivocados. Como observaba recientemente Alejandro R. Jadad, director del Centre for Global eHealth Innovation de la Universidad de Toronto (Canadá) en una entrevista en El País del 25 de mayo de 2004, “los buenos pacientes del futuro se parecerán a los que consideramos hoy pacientes difíciles”.  Los pacientes informados, como los describía Jadad, “harán preguntas claras y demandarán respuestas honestas y claras; se sentirán cómodos pidiendo segundas opiniones; exigirán tener acceso a sus historias clínicas en todo momento, y esperarán poder ponerse en contacto con sus profesionales sanitarios si lo necesitan. Además, estarán muy informados sobre la calidad de la atención prestada por los profesionales e instituciones sanitarias”.

Lejos de ser una excentricidad, lo de acudir a la consulta médica con una grabadora es una de las nueve recomendaciones que hacen los editores del Harvard Health Letter a los pacientes para estar bien informados. Los otros ocho consejos que ofrece esta popular publicación para pacientes de la Facultad de Medicina de Harvard son: acudir acompañado a la consulta por un familiar o amigo, porque siempre cuatro oídos oyen más que dos; hablar con la enfermera cuando el paciente no se sienta muy cómodo con el médico; preguntar siempre por todas las opciones de tratamiento disponibles, aunque el médico sólo haya presentado la que considera mejor; establecer claramente los términos de la relación médico-enfermo, y hacerle saber al médico si su talante es demasiado autoritario o demasiado respetuoso; cambiar de médico si no funciona la relación y encontrar uno con el que se esté cómodo; tener siempre presentes las prioridades del enfermo; recurrir a internet para obtener buena información médica, pues aunque hay mucha basura también abunda la información de calidad, y conseguir una copia de la historia clínica. Sin duda hay otros puntos a tener en cuenta, pero estos ya perfilan el camino hacia la buena información. El desafío, ahora, está en el sistema, que deberá ponerse a la altura de estos buenos enfermos.