Sinergias preventivas

Sobre las acciones coordinadas en materia de prevención

El fundamentalismo de la prevención puede llegar a ser tan absurdo como la crítica implacable de las contradicciones y excesos prevencionistas. Está claro que no siempre es mejor prevenir que curar, porque la prevención llevada a sus extremos roza la insensatez (no montar en coche para evitar los accidentes de tráfico, no hacer deporte para evitar las lesiones deportivas, etcétera) y tiene en sí misma un efecto aniquilador de la vida y la salud que quiere proteger. La profilaxis exorbitada, cuyo extremo sería el cribado masivo e indiscriminado de toda la población, tiene además un precio insostenible y que excede el beneficio buscado. Pero tampoco hay que negar la evidencia de que prevenir ciertas enfermedades es posible, deseable, sencillo y más barato que curarlas. Digamos, pues, que todo es cuestión de proporción, racionalidad y visión de conjunto. Porque no es razonable que la evitación de un mal provoque otro igual o peor, y el resultado último de la estrategia preventiva consista no tanto en prolongar la vida y su calidad como en transferir una muerte de una causa a otra. La prevención tiene tantos aspectos, variables y condicionantes que si se descuida alguno fundamental las estrategias pueden resultar inútiles y hasta contraproducentes. ¿Por qué, por ejemplo, los negros augurios de las cajetillas de tabaco no parecen intimidar a los jóvenes y hasta les alientan a coquetear con la muerte? ¿Por qué tanta gente fuma, no hace ejercicio físico y no come de manera saludable a pesar de las bienintencionadas estrategias y campañas sanitarias?

Aunar esfuerzos, simplificar los mensajes y ampliar los horizontes podría ser una buena orientación. Esto es lo que han empezado a hacer tres de las más importantes sociedades médicas: la American Cancer Society, la American Diabetes Association y la American Heart  Association. Juntas han emprendido una ambiciosa campaña, en inglés y en español, para prevenir de forma simultánea el cáncer, la diabetes, el infarto y el ictus, cuatro enfermedades que en conjunto ocasionan dos de cada tres muertes en EE UU. Con el título “Elecciones diarias para una vida saludable” (www.everydaychoices.org), la campaña incide en la importancia de las pequeñas cosas de cada día para fomentar la salud y es de una enorme concreción en sus consejos. Toda la panoplia preventiva de estas tres sociedades científicas se resume en cuatro cosas (o, si se quiere, tres más una): aliméntese correctamente, manténgase activo, no fume y visite a su médico para saber qué pruebas preventivas son adecuadas a su edad.  La letra pequeña de estos cuatro pilares de la prevención es además breve, clara y persuasiva en su sencillez, incluso en los exámenes médicos recomendados (tensión arterial, medida del índice de masa corporal, mamografías, Papanicolau, colesterol, glucemia, detección del cáncer de colon y examen de próstata).  La prevención no es nunca algo sencillo, pero las estrategias sinérgicas que buscan la sencillez parecen un buen camino.

Deviaje.voy

Sobre los consejos de salud para viajeros en internet

Quizá los viajes ya no son lo que eran. Los destinos exóticos son cada vez menos exóticos y cada vez más previsibles. Menos mal que entre estas  previsiones también se incluyen los peligros para la salud del viajero. El mapamundi físico se desdobla así en un caleidoscopio de mapas multicolores con las zonas de riesgo de diferentes enfermedades infecciosas o no infecciosas, el nivel de seguridad personal, las regiones con conflictos y guerras, la disponibilidad de medicamentos y asistencia médica en los lugares de destino. Pero sea cual sea el nivel de riesgo, la primera medida de seguridad es la información. Por ello, antes de ponerse en ruta y antes incluso de acudir al médico, conviene hacer un viaje por la red para conocer las principales recomendaciones para prevenir infecciones, accidentes y otras enfermedades, y saber con qué peligros puede uno encontrarse. No es exagerado decir que en internet esta prácticamente toda la información. Veamos. (más…)

Cifras y letras

Sobre la información estadística y textual sobre el cáncer

La tasa de supervivencia al cáncer ha alcanzado en EE UU un respetable 63% (en la población blanca, un 64%), de acuerdo con los datos divulgados este mismo año por el National Cancer Institute (NCI) y la American Cancer Society (ACS). Como es usual en oncología, el indicador utilizado es la supervivencia relativa (controlados otros factores) cinco años después del diagnóstico. Sin embargo, en Europa sólo sobrevive la mitad de los pacientes, en el mejor de los casos (en los países del Este es sensiblemente inferior). España, según los datos del estudio epidemiológico Eurocare-3, presentado en septiembre de 2003 y publicado poco después en la revista Annals of Oncology, tiene una tasa de supervivencia que ronda el 50%, lo que le vale un cuarto puesto en Europa. Sólo está por detrás de Austria, Francia y Alemania en hombres, y de Francia, Austria y Suecia, en mujeres. (más…)

Tensiones

Sobre la hipertensión como espejo del éxito y el fracaso

En los amaneceres de la evolución humana, cuando la selección natural de los más capaces de nuestros parientes lejanos iba configurando la maquinaria fisiológica que hemos heredado, los primeros cazadores y guerreros debían de sufrir abundantes sangrías. En esas contingencias, la disponibilidad de lo que hoy conocemos como sistema renina-angiotensina-aldosterona para la regulación de la presión arterial demostró sin duda una enorme utilidad en términos de supervivencia. Pero lo que en un momento dado de la evolución se desarrolló como un sistema de protección y seguridad, en las condiciones de vida actuales puede resultar un mecanismo desproporcionado. En la gran mayoría de los casos, la hipertensión es primaria o esencial, es decir, de origen desconocido, y no sería descabellado pensar que bien podría esta relacionada con un ajuste demasiado fino o exceso de sensibilidad del sistema renina-angiotensina-aldosterona. Este desajuste entre el diseño original del organismo humano y las actuales condiciones de vida también se ha invocado para explicar otras epidemias de nuestro tiempo, como la obesidad o las enfermedades alérgicas. Sea cual sea la causa, lo cierto es que la hipertensión es un problema de salud de enormes dimensiones y que la medicina se está empleando a fondo en su solución, revelando a la vez su poder y sus limitaciones, sus ambigüedades y contradicciones.

De la hipertensión se ha dicho que es un constructo médico, una desviación por la derecha de la normalidad, una afección sin síntomas y a veces una no enfermedad, pero también se cataloga como factor de riesgo de primera magnitud, auténtica enfermedad, asesino silencioso y hasta epidemia mortífera. Sea lo que fuere, lo cierto es que la hipertensión afecta en España a dos de cada cinco adultos y es responsable directa del 12% de las muertes. La gran contradicción es que disponiendo de tratamientos eficaces sólo el 30% de los hipertensos con tratamiento farmacológico y el 15% de todos los hipertensos (muchos están sin diagnosticar) está controlado. Con la creación de unidades especializadas en los hospitales no se acaba de resolver el problema. Los resultados del estudio Clue (acrónimo de Control de los pacientes hipertensos en unidades especializadas), publicados en el número de junio de Hypertension, muestran que estas unidades mejoran la tasa de hipertensos controlados, pero se quedan en un exiguo 42%; y en los pacientes de riesgo, como diabéticos o enfermos renales, el control es sólo del 13% y 17%, respectivamente. Las mejores tasas de control de EE UU se basan no sólo en una definición más estricta de la hipertensión, sino en otras medidas médicas y no médicas. Y es que el control de esta afección tiene una vertiente social y política que trasciende a la propia medicina. La hipertensión es, en definitiva, un fiel reflejo de las complejas tensiones que sacuden los binomios prevención-curación, teoría-práctica, eficacia-eficiencia, enfermedad-medicalización y otras dicotomías de la medicina actual.