Sobre los dientes de leche como material de investigación

El Hada de los Dientes, el equivalente británico de nuestro ratoncito Pérez, existe en la vida real y tiene nombre propio. Se llama Kaija Turvey y obsequia con un pequeño regalo a todos los niños que le envían sus primeros dientes recién caídos. En total se han recibido casi 12.000 dientes de leche en las oficinas del Avon Longitudinal Study of Parents and Children (ALSPAC) de la Bristol University, donde trabaja esta Hada de los Dientes como jefa del equipo de recepción. Este estudio británico, conocido también como “niños de los noventa”, lleva una década tratando de abrir nuevas vías de investigación para mejorar la salud y el desarrollo de los niños. Una de ellas son los dientes temporales. La idea es la siguiente: los dos incisivos centrales superiores de leche (los primeros en caer, hacia los seis años), que empiezan a calcificarse entre las 14 y las 19 semanas de vida intrauterina y acaban de mineralizarse entre la octava y la duodécima semanas tras el nacimiento, almacenan en su esmalte dental un detallado registro de la exposición del feto y el recién nacido a todo tipo de oligoelementos y minerales. El análisis de estos dientes se revela, pues, como una prometedora vía de estudio de la influencia de la alimentación y la exposición ambiental durante las primeras etapas del desarrollo en la aparición de diversas enfermedades.

The National Asthma Campaign del Reino Unido, por ejemplo, esta analizando el contenido mineral de 250 dientes de leche de niños con asma y de otros 250 dientes de leche de niños sin asma. A partir de evidencias preliminares, la hipótesis que se quiere investigar es si los niños expuestos a elevados niveles de selenio en el útero tienen un menor riesgo de asma en la primera infancia, y si los expuestos a elevadas concentraciones de hierro tienen un menor riesgo de padecer después asma y eczema. Otro ejemplo: en el último número del Journal of the American Medical Association (JAMA) se publica un artículo, cuyo primer firmante es el pediatra español Óscar García-Algar, del Hospital del Mar de Barcelona, que propone el estudio mineral de los dientes de leche como método para averiguar la cantidad de humo de tabaco al que ha estado expuesto un niño y su relación con la aparición de enfermedades respiratorias. Muchas otras dolencias crónicas que se originan en la etapa fetal podrían ser estudiadas del mismo modo. Pero hay más. El 13 de mayo de 2003, la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de EE UU publicó el hallazgo de que la pulpa de los dientes de leche contienen células madre que pueden dar lugar a tejido óseo y nervioso, ampliando así la lista de tejidos no embrionarios que contienen células madre para posibles usos terapéuticos. Estas células madre de los dientes de leche tienen además mucha mayor capacidad de desarrollarse y multiplicarse que las que se habían descubierto previamente en la pulpa de los dientes definitivos. Con todas estas nuevas posibilidades de los dientes de leche, habrá que ver si no empiezan a proliferar ratones y hadas por todas partes.