Sobra la beligerancia de los medios hacia los médicos

Nunca como ahora la presencia de la medicina y los médicos en los medios de comunicación ha sido tan intensa y cotidiana. La visión del médico que tiene la ciudadanía no se corresponde sólo con su experiencia personal o familiar derivada de la utilización de los servicios sanitarios, necesariamente limitada, sino que se amplía y complementa con un incesante bombardeo de noticias, estudios, modelos, órdenes y contraórdenes, deficiencias, promesas, logros, errores y un sin fin de imágenes y palabras sobre la profesión y sus protagonistas. A las visiones más o menos ajustadas a la realidad que proyectan los medios informativos, hay que añadir las dosis de ficción que aportan las diversas teleseries y alguna que otra novela. No es fácil analizar en qué medida la visión resultante de todo este rompecabezas puede estar distorsionada, ni tampoco si la balanza entre las visiones positivas y negativas de los médicos está equilibrada. Pero una cosa sí parece clara: todo este aluvión de información y desinformación resulta apabullante, tanto para los pacientes como para los médicos. Mientras el bombardeo de imágenes y palabras provoca desconcierto entre los pacientes, se viene observando entre los médicos un fenómeno reactivo no menos preocupante y que se concreta en una sensación creciente de desprestigio y descontento provocada por las críticas de los medios.

Una última prueba de esta percepción se recoge en el British Medical Journal (BMJ) del 22 de marzo, donde los más jóvenes médicos del Reino Unido reconocen en un sondeo realizado por la Departamento de Salud Pública de la Universidad de Oxford estar preocupados y desmoralizados por las críticas desmedidas de los medios informativos (Media criticism of doctors: review of UK junior doctors’ concerns raised in surveys). Algunos de los médicos recién licenciados dicen sentirse “desilusionados con las permanentes informaciones negativas” y “constantemente bajo los ataques de los medios”, que “exageran ante la opinión pública los errores que puede cometer una pequeña minoría de la profesión médica”. Uno dice textualmente: “A menudo me siento muy culpable por ser médico y a veces siento vergüenza por la mala prensa que tenemos”. Son muchos los que incluso se plantean dejar la profesión si las cosas empeoraran, aunque también hay quien se mantiene firme ante la adversidad: “Seguiré siendo médico a pesar de todos los ataques de la prensa contra los médicos; todavía me siento orgulloso de pertenecer a esta profesión”. Probablemente la situación que describen estos jóvenes médicos y la percepción de desmoralización ante las críticas no debe de ser muy distinta en otros países. Los medios, en todas partes, cometen algunos excesos, tanto en sus críticas como en sus alabanzas. Pero achacar el deterioro de la profesión y la desilusión de muchos médicos a los excesos críticos de los medios es asimismo excesivo y demasiado simplificador de un fenómeno con raíces mucho más amplias y complejas.